El 15 de octubre se celebra la fiesta de santa Teresa de Jesús o de Ávila (1515-1582), madre del Carmelo teresiano y primera mujer declarada doctora de la Iglesia. Andariega de Dios, mística, fundadora, maestra de espirituales, poeta, humorista, modelo de resiliencia, feminista antes del feminismo, psicóloga antes de la psicología, adelantada a su tiempo y al nuestro en muchas cosas.
En los «tiempos recios» que le tocaron vivir, no perdió el tiempo en lamentos inútiles ni en echar la culpa a los demás de lo que pasaba, sino que se tomó en serio su vida y su compromiso personal de construir un mundo más humano y cristiano. Por eso, escribió: «Haré aquello poquito que puedo y es en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hagan lo mismo».
Eso es lo que seguimos pretendiendo los que hoy formamos parte de la gran familia teresiana: ayudarnos unos a otros para poder vivir nuestra vocación cristiana con autenticidad, cada uno en su propio estado de vida y con sus características particulares. Las enseñanzas de santa Teresa de Jesús son un estímulo para todos nosotros.
Hoy, su familia religiosa está extendida por todo el mundo y de ella formamos parte las monjas carmelitas descalzas (de vocación contemplativa), los frailes carmelitas descalzos (dedicados al ministerio apostólico, especialmente a la pastoral de la espiritualidad), las religiosas de vida activa y misionera, los institutos seculares y numerosos seglares unidos a la Orden del Carmelo descalzo por distintos vínculos.
Ella habla de «los que al presente nos amamos en Cristo»: un grupo de frailes, monjas, sacerdotes diocesanos y seglares que se reunieron en torno a ella y se ayudaban en el camino de la oración, «haciéndose espaldas unos a otros» para servir mejor al Señor.
Ella habla de «los que al presente nos amamos en Cristo»: un grupo de frailes, monjas, sacerdotes diocesanos y seglares que se reunieron en torno a ella y se ayudaban en el camino de la oración, «haciéndose espaldas unos a otros» para servir mejor al Señor.
Eso es lo que seguimos pretendiendo los que hoy formamos parte de la gran familia teresiana: ayudarnos unos a otros para poder vivir nuestra vocación cristiana con autenticidad, cada uno en su propio estado de vida y con sus características particulares. Las enseñanzas de santa Teresa de Jesús son un estímulo para todos nosotros.
A la familia religiosa que ella fundó pertenecen san Juan de la Cruz, santa Teresita del Niño Jesús (de Lisieux), santa Edith Stein, santa Teresa de los Andes, san Rafael Kalinowsky, el beato Francisco Palau... y muchos otros que han enriquecido a la Iglesia con su doctrina y santidad de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario