Ella sabía que la belleza que salvará al mundo es Jesucristo y casi toda su obra lo representa a él: su vida y su obra.
En el cuidado de los detalles refleja la influencia de los artistas flamencos del renacimiento, así como del beato Angélico.
Pinta con mucha delicadeza las escenas del evangelio, reflejando al mismo tiempo la sencillez de la vida ordinaria y la grandeza de la salvación, que se hace presente en cada momento de la vida de Cristo.
Domina el uso de los colores y los reflejos de la luz en sus cuadros.
No solo representa los acontecimientos, sino su significado, por lo que –si se me permite la expresión– diría que su pintura es poesía, capaz de sugerir por medio de símbolos y colores lo que las palabras y las imágenes ordinarias no son capaces de transmitir: la presencia del Infinito en la cotidianidad, de la Gracia en la vida ordinaria.
Pueden ver casi 300 obras suyas en este enlace, especialmente en el apartado “galería”. Aquí solo recojo una pequeña selección. La de arriba representa al buen Pastor, que busca a la oveja perdida.
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