Con la llegada del otoño, en el hemisferio norte se acortan las horas de luz y disminuyen las temperaturas, por lo que las plantas producen menos clorofila, de manera que las hojas se vuelven amarillas, rojas, marrones... antes de caer. Así, los árboles se preparan para los fríos del invierno, que se acerca.
Algunos arbustos de hoja perenne, como los acebos, los espinos, varios tipos de hipéricos y otros similares, en esta época se llenan de bayas rojas, que alegran el paisaje.
Ante este espectáculo, solo puedo decir, con san Juan de la Cruz:
Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.
El filósofo y teólogo danés Søren Kierkegaard decía que en otoño, todo nos recuerda el crepúsculo. De todas formas, esta era su estación preferida, porque pone nuestra mirada en el cielo, a diferencia de la primavera, que nos invita a mirar a la tierra. Y añadía: Quiera Dios que, cuando llegue mi crepúsculo personal, haya alguien que me ame como yo he amado el otoño.
Para que puedan conocer la belleza de esta estación, les propongo 10 fotografías de los parques de la ciudad de Lérida y sus alrededores.
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