¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto!
Me dio dos luceros, que cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo, su fondo estrellado,
y en las multitudes, el hombre [la mujer] que amo.
¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario;
con él, las palabras que pienso y declaro:
Madre, amigo, hermano y luz, alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto!
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto!
Me dio el corazón, que agita su marco,
cuando miro el fruto del cerebro humano,
cuando miro el bueno, tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.
¡Gracias a la vida, que nos da risas y llantos!
¡Gracias a la vida, que nos une en este canto!
¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto,
así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto
y el canto de ustedes, que es el mismo canto,
y el canto de todos, que es mi propio canto.
¡Gracias a la vida, gracias a la vida, que nos ha dado tanto!
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