En esta entrada recogemos un auto sacramental (una obra de teatro religioso) sobre el nacimiento de nuestro Señor, que compuso Gómez Manrique hace seiscientos años, a petición de su hermana, monja clarisa en Palencia, para representarlo en comunidad.
En él hablan la Virgen, san José, los pastores, los ángeles y algunos personajes que simbolizan elementos de la futura pasión del Señor.
Lo que dice José, sospechando de Nuestra Señora:
¡Oh viejo desventurado!
Negra dicha fue la mía
en casarme con María
por quien fuese deshonrado.
Yo la veo bien preñada,
no sé de quién ni de cuánto;
dicen que de Espíritu Santo,
mas yo de esto no sé nada.
La oración que hace la gloriosa Virgen:
¡Mi solo Dios verdadero
cuyo ser es inmovible,
a quien es todo posible,
fácil y bien hacedero!
Tú que sabes la pureza
de la mía virginidad,
alumbra la ceguedad
de José y su simpleza.
El Ángel habla a José:
¡O viejo de muchos días,
con el seso de muy pocos,
el principal de los locos!
¿Tú no sabes que Isaías
dijo: Virgen parirá,
lo cual escribió por esta
doncella gentil, honesta,
cuyo par nunca será?
La que representa a la Gloriosa, cuando le dan el Niño:
Te adoro, rey del cielo,
verdadero Dios y Hombre;
adoro tu santo nombre,
mi salvación y consuelo.
Te adoro, hijo y padre,
a quien sin dolor parí,
porque quisiste de mí
hacer, de sierva, tu madre.
Bien podré decir aquí
aquel salmo glorïoso,
que dije, hijo precioso,
cuando yo te concebí:
Que mi ánima engrandece
a ti solo, mi Señor,
y en ti, mi Salvador,
mi espíritu florece.
Mas este, mi gran placer
en dolor será tornado,
pues que tú eres envïado
para muerte padecer
a ti solo, mi Señor,
y en ti, mi Salvador,
mi espíritu florece.
Mas este, mi gran placer
en dolor será tornado,
pues que tú eres envïado
para muerte padecer
por salvar los pecadores,
en la cual yo pasaré,
no menguándome la fe,
innumerables dolores.
Pero mi precioso prez, (=honor, estima)
hijo mío muy querido,
dame tu claro sentido
para tratar tu niñez
con debida reverencia,
y para que tu pasión
mi femenil corazón
sufra con mucha paciencia.
El anuncio del ángel a los pastores:
Yo os anuncio, pastores,
que en Belén es hoy nacido
el Señor de los señores,
sin pecado concebido.
Y porque no lo dudéis
id al pesebre del buey,
donde cierto hallaréis
al prometido en la ley.
Primer pastor:
Dime tú, hermano, di,
si oíste alguna cosa,
o viste lo que yo vi.
Segundo pastor:
Una gran voz me asemeja
de un ángel reluciente
que sonó en mi oreja.
Tercer pastor:
Mis oídos han oído
en Belén es esta noche
nuestro salvador nacido;
por ende dejar debemos
nuestros ganados e ir
por ver si lo hallaremos.
Cuarto pastor:
Este es el Niño excelente
que nos tiene de salvar;
hermanos, humildemente,
le lleguemos adorar.
Adoración de los pastores viendo al glorioso Niño:
Este es el Niño excelente
que nos tiene que salvar.
Hermanos, muy humildemente
le lleguemos a adorar.
Primer pastor:
Dios te salve, glorïoso
infante santificado,
por redimir envïado
este mundo trabajoso.
Dámoste grandes loores
por te querer demostrar
a nos, míseros pastores.
Segundo pastor:
Sálvete Dios, Niño santo,
envïado por Dios Padre,
concebido por tu madre
con amor y con espanto.
Alabamos tu grandeza
que en el pueblo de Israel
escogió nuestra simpleza.
Tercer pastor:
Dios te salve, Salvador,
hombre que ser Dios creemos.
Muchas gracias te hacemos
porque quisiste, Señor,
la nuestra carne vestir,
en la cual muy cruda muerte
has por nos de recibir.
Los ángeles:
¡Gloria al Dios soberano
que reina sobre los cielos,
y paz al linaje humano!
Arcángel Gabriel:
Dios te salve, glorïosa
de los maitines estrella,
después de madre, doncella,
y antes que hija, esposa.
Yo soy venido, señora,
tu leal embajador,
para ser tu servidor
en aquesta santa hora.
Arcángel Miguel:
Yo, Micael, que vencí
las huestes luciferales,
con los coros celestiales
que son en torno de mí,
por mandato de Dios Padre
vengo a tener compañía
a ti, beata María,
de tan santo Niño, madre.
Arcángel Rafael:
Yo, el ángel Rafael,
capitán de estas cuadrillas,
dejando las altas sillas,
vengo a ser tu donzel;
y por hacerte plazeres,
pues tan bien los mereciste,
¡oh María, Mater Criste,
bendita entre las mujeres!
Los martirios que presentan al Niño:
Un niño con el cáliz:
¡Oh santo Niño, nacido
para nuestra redención!
Este cáliz dolorido
de la tu cruda pasión
es necesario que beba
tu sagrada majestad,
por salvar la humanidad
que fue perdida por Eva.
Un niño con el astelo y la soga:
Y será en este astelo
tu cuerpo glorificado,
poderoso rey del cielo,
con esas sogas atado.
Otro niño:
Con estos azotes crudos
romperán los tus costados
los sayones muy sañudos,
por lavar nuestros pecados
Un niño con la corona de espinas:
Y después que a tu persona
la hieran con disciplinas,
te pondrán esta corona
de dolorosas espinas..
Un niño con la cruz:
En aquesta santa cruz
el tu cuerpo se pondrá;
a la hora no habrá luz
y el templo se caerá.
Un niño con los clavos:
Con estos clavos, Señor,
te clavarán pies y manos;
grande pasarás dolor
por los míseros humanos.
Otro con la lanza:
Con esta lanza tan cruda
horadarán tu costado,
y será claro, sin duda,
lo que fue profetizado.
La obra de teatro termina con este villancico cantado por todas las monjas:
Callad, hijo mío
chiquito.
Callad vos, Señor,
nuestro redentor,
que vuestro dolor
durará poquito.
Ángeles del cielo,
venid, dad consuelo
a este mozuelo
Jesús tan bonito.
Este fue reparo, (= reparación)
aunque le costó caro,
de aquel pueblo amaro (=amargo)
cautivo en Egipto.
Este santo y digno
Niño, tan benigno,
por redimir vino
el linaje aflicto.
Cantemos gozosas,
hermanas graciosas,
pues somos esposas
del Jesús bendito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario