Estamos en el domingo cuarto del Tiempo Ordinario (ciclo "b"). Después de recordar que la vida pública de Jesús comenzó con su bautismo (último día del ciclo de Navidad) y que él buscó colaboradores para desarrollar su tarea (domingos segundo y tercero del Tiempo Ordinario), hoy nos acercamos a su actividad, que se caracteriza por tres aspectos: Jesús predica el evangelio, sana a los enfermos y expulsa a los demonios.
Los asistentes a la sinagoga de Cafarnaún se quedaron asombrados, porque Jesús hablaba y actuaba de un modo distinto a como ellos estaban acostumbrados.
Jesús no repetía lo que había aprendido de los libros o de otros maestros, sino que compartía lo que vivía; hablaba con sencillez y sinceridad.
El libro del Deuteronomio anunció un profeta como Moisés, que continuaría con su obra (primera lectura), pero el mismo libro concluye afirmando que ya "no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le envió a hacer en Egipto contra el faraón, su corte y su país; ni en la mano poderosa, en los terribles portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel" (Dt 34,10-12).
Jesús es el nuevo profeta, como Moisés. Como él, sobrevivió al exterminio de los niños por parte de un rey que veía amenazada su autoridad; ambos pasaron su primera infancia en Egipto y después atravesaron el desierto para ir hacia Canaán; igual que Moisés "subió al monte" para conocer la voluntad de Dios y transmitirla a los hebreos, Jesús resumió sus enseñanzas en el sermón de la montaña.
Al mismo tiempo, Jesús es mucho más que Moisés. No debemos olvidad que "la Ley se dio por medio de Moisés, el amor y la lealtad se hicieron presentes en Jesús, el mesías" (Jn 1,17). Moisés solo es anuncio, promesa, anticipo de Jesús y de su obra. Jesús anuncia el reino y establece el reino, habla de Dios y es Dios-con-nosotros.
He tratado de este evangelio, comentando las tres actividades de Jesús (predicación, milagros y victoria sobre el mal), en esta entrada:
- Jesús enseñaba con autoridad. A la gente le llamaba la atención que no repetía lo mismo que los demás, sino que hablaba con autoridad propia. Sus milagros eran el signo de que Dios estaba con él y en él se cumplían las esperanzas de Israel, tal como habían anunciado los profetas. Su victoria sobre el maligno indica que donde está Jesús no hay sitio para el demonio ni para el mal.
Al mismo tiempo, Jesús es mucho más que Moisés. No debemos olvidad que "la Ley se dio por medio de Moisés, el amor y la lealtad se hicieron presentes en Jesús, el mesías" (Jn 1,17). Moisés solo es anuncio, promesa, anticipo de Jesús y de su obra. Jesús anuncia el reino y establece el reino, habla de Dios y es Dios-con-nosotros.
He tratado de este evangelio, comentando las tres actividades de Jesús (predicación, milagros y victoria sobre el mal), en esta entrada:
- Jesús enseñaba con autoridad. A la gente le llamaba la atención que no repetía lo mismo que los demás, sino que hablaba con autoridad propia. Sus milagros eran el signo de que Dios estaba con él y en él se cumplían las esperanzas de Israel, tal como habían anunciado los profetas. Su victoria sobre el maligno indica que donde está Jesús no hay sitio para el demonio ni para el mal.
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