Los almendros son árboles de especial belleza, además de ofrecer frutos muy sabrosos. Comienzan a florecer en el invierno y anuncian que la primavera está cerca. En Soria, estos días están cuajados de flores blancas y rosas, regalándonos preciosas imágenes.
Miguel Hernández tiene un precioso soneto titulado "La rosa del almendro", que le sirve de imagen para referirse a la Virgen María:
Propósito de espuma y de ángel eres,
víctima de tu propio terciopelo,
que, sin temor a la impiedad del hielo,
de blanco naces y de verde mueres.
¿A qué pureza eterna te refieres
con tanta obstinación y tanto anhelo?....
¡Ah, sí!: tu flor apunta para el cielo
en donde está la flor de las mujeres.
¡Ay! ¿por qué has boquiabierto tu inocencia
en esta pecadora geografía,
párpado de la nieve, y tan temprano?
Todo tu alrededor es transparencia,
¡ay pura de una vez cordera fría,
que esquilará la helada por su mano!
En la "Elegía a la muerte de Ramón Sigé", en cierto momento también habla de los almendros en flor con el verso que da título a esta entrada:
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Por su parte, Gabriela Mistral, en su poemario "Cosas", escribe:
Viene un aroma roto en ráfagas;
soy muy dichosa si lo siento;
de tan delgado no es aroma,
siendo el olor de los almendros.
Me vuelve niños los sentidos;
le busco un nombre y no lo acierto,
y huelo el aire y los lugares
buscando almendros que no encuentro...
¡Que los almendros en flor hagan brotar en nosotros la esperanza!
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