Con la llegada del otoño, en el hemisferio norte se acortan las horas de luz y disminuyen las temperaturas, por lo que las plantas producen menos clorofila, de manera que las hojas se vuelven amarillas, rojas, marrones... antes de caer. Así, los árboles se preparan para los fríos del invierno, que se acerca. En el hemisferio sur, por el contrario, los campos se visten de flores por la llegada de la primavera. En primavera, verano, otoño e invierno, Jesucristo es el Señor del tiempo y de la historia. A él la gloria por los siglos. Amén.
miércoles, 1 de octubre de 2025
Lo que agrada a Dios en mi pequeña alma. La teología de la pequeñez de santa Teresita
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