Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 27 de agosto de 2021

Santa Mónica (madre de san Agustín) y oración de madres por sus hijos


El 27 de agosto celebramos la memoria litúrgica de santa Mónica, madre de san Agustín, considerada modelo y patrona de las madres cristianas. 

Sobre ella, su hijo nos da muchas informaciones en el libro autobiográfico “Las confesiones”, obra maestra entre las más leídas de todos los tiempos. 

Aquí aprendemos que san Agustín bebe el nombre de Jesús con la leche materna y fue educado por su madre en la religión cristiana, cuyos principios mantendrá impresos en él también en los años de desliz espiritual y moral. 

Mónica no deja nunca de rezar por él y por su conversión, y tuvo el consuelo de verlo volver a la fe y recibir el bautismo. Dios recompensa las oraciones de esta santa mamá, a la que el obispo de Tagaste había dicho: “Es imposible que un hijo de tantas lágrimas se pierda”. 

De hecho, san Agustín no solo se convirtió, sino que decidió abrazar la vida monástica y, al volver a África, fundó él mismo una comunidad de monjes. 

Conmovedores y edificantes son los últimos coloquios espirituales entre él y su madre en la tranquilidad de una casa de Ostia, a la espera de embarcarse para África. 

En aquel momento, santa Mónica se convertía para su hijo en “más que madre, la fuente de su cristianismo”. 

Su único deseo había sido durante años la conversión de Agustín, a quien en ese momento veía orientado incluso hacia una vida de consagración al servicio de Dios. 

Podía por tanto morir contenta y efectivamente murió el 27 de agosto del 387, a los 56 años, después de haber pedido a los hijos no preocuparse por su sepultura sino acordarse de ella, donde quiera que se encontrara, en el altar del Señor. San Agustín repitió que su madre lo había “engendrado dos veces”.

La historia del cristianismo está llena de innumerables ejemplos de padres santos y de auténticas familias cristianas que han acompañado la vida de generosos sacerdotes y pastores de la Iglesia. Cuando los cónyuges se dedican generosamente a la educación de los hijos, guiándoles y orientándoles en el descubrimiento del plan de amor de Dios, preparan ese fértil terreno espiritual en el que florecen y maduran las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Se revela cuán íntimamente están ligadas y se iluminan mutuamente el matrimonio y la virginidad, a partir de su común arraigo en el amor esponsal de Cristo.

El texto de arriba lo he tomado de una intervención del papa Benedicto XVI. A continuación añado una oración de las madres por sus hijos.

Para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más decididamente cristiana cada día. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que nos esmeremos en lograr la plena cooperación de nuestros esposos en sembrar y consolidar la fe de los hijos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos, y procedamos en todas las circunstancias con dulce serenidad, autoridad y amor. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que estemos pendientes de la evolución del carácter de nuestros hijos, y atentas a los diversos ambientes en que se desenvuelve su vida. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, de tal modo comuniquemos la fe a nuestros hijos, que ellos se preocupen de vivirla y transmitirla a los demás. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que transmitamos a nuestros hijos el conocimiento y amor a la diócesis y a la parroquia en que vivimos, y les enseñemos a colaborar con ellas. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si algún hijo nuestro se desvía del buen camino, los padres sepamos cercarlo de amor, oraciones y consejos, hasta conseguir su retorno a la fe y a la práctica religiosa. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, en el trato con otras madres, nos interesemos por sus necesidades, despertemos en ellas su responsabilidad cristiana y logremos integrarlas a la vida de la parroquia y de la Iglesia. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Santa Mónica, modelo de esposas, consuelo de viudas, madre admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración con el que conseguiste la conversión de tu hijo Agustín, vengo ante ti para pedirte que intercedas ante Dios por mi familia y por mí. Amén.

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