El 20 de agosto se celebra la fiesta de san Bernardo de Claraval (1091-1153), que es una de las figuras más complejas del siglo XII: místico, político, poeta, reformador. Escribió libros, fundó monasterios, asistió a concilios, aconsejó a papas y reyes, medió en conflictos, predicó una cruzada, redactó los estatutos de los templarios, etc.
Cuando se hizo monje cisterciense solo había un monasterio de su Orden. Cuando murió eran 343, repartidos por toda Europa.
Arrastró consigo al monasterio a cuatro hermanos mayores, un tío carnal y treinta amigos. Más tarde, también entraron en el monasterio su padre y otro hermano, entre otros.
Por sus dotes de predicador le llamaban el "doctor melífluo" (es decir, dulce como la miel). Quienes lo escuchaban, quedaban convencidos de sus razonamientos.
Escribía en un latín elegante. Se conservan unas 500 cartas suyas, unos 350 sermones y varios tratados doctrinales, entre los que destacan su comentario al Cantar de los cantares y el Libro del amor de Dios.
Escribió cosas sublimes sobre Jesús de Nazaret: "Solo Jesús es miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón. Árido es todo alimento del alma si no es rociado con este aceite; es insípido, si no se sazona con esta sal. Lo que escribes no tiene sabor para mí, si no leo en ello a Jesús. Cuando discutes o hablas, nada tiene sabor para mí, si no siento resonar el nombre de Jesús".
Suya es la expresión que hemos oído muchas veces: "A Jesús por María". Así oraba a la Virgen: "Virgen bendita, que tu piedad tome a pecho el hacer manifiesta al mundo la misma gracia que hallaste con Dios, alcanzando con tu intercesión perdón para los pecadores, remedio para los enfermos, fortaleza para los débiles, consuelo para los afligidos, amparo y libertad para los que peligran. A estos siervecillos tuyos que invocan con sus alabanzas tu dulcísimo nombre, ¡oh María!, alcánzales los dones de la gracia de Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro, quien es sobre todas cosas Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén".
Escribió cosas sublimes sobre Jesús de Nazaret: "Solo Jesús es miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón. Árido es todo alimento del alma si no es rociado con este aceite; es insípido, si no se sazona con esta sal. Lo que escribes no tiene sabor para mí, si no leo en ello a Jesús. Cuando discutes o hablas, nada tiene sabor para mí, si no siento resonar el nombre de Jesús".
Suya es la expresión que hemos oído muchas veces: "A Jesús por María". Así oraba a la Virgen: "Virgen bendita, que tu piedad tome a pecho el hacer manifiesta al mundo la misma gracia que hallaste con Dios, alcanzando con tu intercesión perdón para los pecadores, remedio para los enfermos, fortaleza para los débiles, consuelo para los afligidos, amparo y libertad para los que peligran. A estos siervecillos tuyos que invocan con sus alabanzas tu dulcísimo nombre, ¡oh María!, alcánzales los dones de la gracia de Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro, quien es sobre todas cosas Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén".
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