viernes, 24 de marzo de 2023
Encuentro de adoración e intercesión
El Señor ha querido quedarse entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo, bajo las especies del pan y del vino. Sabemos que su palabra es poderosa, y que pasarán el cielo y la tierra, pero su palabra no pasará.
Cuando Dios dijo: “Sea la luz”, se creó la luz. Cuando Jesús decía a los ciegos “ve” o a los sordos “oye”, los enfermos recuperaban la visión y el oído. Sus palabras se cumplen siempre. Cuando él dice: “Esto es mi Cuerpo”, en el pan consagrado se hacen realmente presentes el cuerpo, la sangre, la humanidad y la divinidad de Jesucristo. Es él, Jesús resucitado, el que se hace presente en el Santísimo Sacramento del altar.
La eucaristía es, al mismo tiempo, una actualización de la historia de Jesús (de su entrega por nosotros hasta la muerte) y un anticipo de la vida eterna (de la comunión perfecta con Dios en el cielo): el mismo que nació de María y que ahora vive glorioso y que volverá al fin de la historia es el que ahora se hace presente en el pan y en el vino para ser nuestro compañero de camino y alimento. ¿Cómo podremos agradecerle tanto amor?
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