Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 13 de enero de 2021

Evangelio de san Marcos


Este año (ciclo "b" de la liturgia), normalmente se lee el evangelio según san Marcos en las misas de los domingos. Además, en las misas de diario de esta primera parte del Tiempo Ordinario, también lo leemos todos los días. De modo que es importante reflexionar sobre el autor (san Marcos) y su obra (el evangelio) para comprender mejor las lecturas.

Marcos no fue directamente discípulo de Jesús, porque era un niño cuando él murió; pero seguramente le conoció, porque la comunidad primitiva se reunía en Jerusalén, en casa de María, su madre (cf. Hch 12,12). Parece que fue testigo del prendimiento de Jesús en el huerto de los olivos (cf. Mc 14,51-52).

Era primo de Bernabé (Col 4,10), levita procedente de Chipre, al que encontramos entre los primeros discípulos (Hch 4,36). Este Bernabé fue quien reclutó a Pablo para el ministerio (Hch 11,25). Pronto asoció a Juan Marcos a los viajes apostólicos en compañía de Pablo (Hch 12,24). En cierto momento, sin que sepamos las causas, Marcos regresa a Jerusalén (Hch 13,13). 

Cuando Pablo y Bernabé vuelven a Jerusalén para presentar a los apóstoles sus trabajos, Bernabé quiere recuperar a Marcos, pero Pablo se opone, por lo que se pelean entre ellos y Bernabé se va por un lado con Marcos mientras que Pablo se va por otro con Silas (Hch 15,37ss). 

De todas formas, con el tiempo se reconciliaron y volvemos a encontrar a Marcos entre los colaboradores de Pablo, que incluso lo manda llamar desde la cárcel (2Tim 4,10, Col 4,10, Fil 24).

Su relación con Pedro fue tan estrecha, que le llama «mi hijo» (1Pe 5,13). La tradición ha reconocido unánimemente a Marcos como el que recogió la predicación de Pedro en su evangelio. 

De hecho, es el evangelistas que más habla de él (25 veces cita su nombre), sin idealizarlo nunca, contando todas sus debilidades. En su forma de exponer las cosas encontramos muchos paralelismos con los discursos de Pedro que recogen los Hechos de los apóstoles 1,21ss y 10,27ss.

Marcos es el primero que escribió un «evangelio», hacia el año 60 de nuestra era. Ya por entonces algunos creyentes habían recogido escritos parciales con dichos de Jesús, o con parábolas suyas, o sobre sus milagros, o sobre los acontecimientos de la última semana de su vida en Jerusalén. De algunas de estas colecciones hizo uso Marcos y después de él también los otros evangelistas.

Testimonios antiguos dicen que este evangelio se escribió en Roma, lo que se confirma por varios indicios textuales. 

Por ejemplo, casi no recoge citas del Antiguo Testamento ni habla sobre la ley de Moisés ni sobre la misión de Jesús en relación con Israel. 

Además, utiliza numerosos latinismos y traduce muchas palabras y expresiones semíticas: «los llamó 'Boanerges', que significa hijos del trueno» (3,17); «Le dijo: 'Talitha Kum', que significa: Niña, a ti te hablo, levántate» (5,41); «Le dijo: 'Effeta', que significa: Ábrete» (7,34)... 

En cierto momento dice que «una viuda pobre echó en el arca del templo dos 'leptas', que valen lo mismo que un 'cuadrante'» (12,42). El 'cuadrante' era una moneda que solo se usaba en Roma (en época imperial suponía 1/40 de un denario de plata, más tarde 1/64, pero que en el siglo I se había devaluado tanto que ya no estaba en circulación). 

Igualmente, hablando del matrimonio y del divorcio, dice: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera y si ella se divorcia de su marido, comete adulterio también» (10,11-12). Los demás evangelistas también citan la primera parte, pero la segunda es exclusiva de Marcos. Y se comprende que Jesús y los otros evangelios hablen solo de los maridos que se divorcian de las mujeres, porque solo a ellos les estaba permitido entre los judíos; pero entre los romanos, también las mujeres podían separarse, por lo que se explica el añadido en un evangelio escrito para ellos.

Marcos escribe con un estilo vivo, usando normalmente el tiempo verbal presente, narrando los viajes y las actividades de Jesús con soltura, deteniéndose en los detalles concretos, que hacen más atrayente el relato. 

Continuamente dice «luego», «después», «de repente» y expresiones similares que dan unidad a su relato, que se puede leer todo seguido, de una sentada. 

Sin embargo no se detiene en discursos, que son siempre muy breves (excepto el escatológico, que parece haberlo copiado entero de una fuente anterior).

Podemos dividir el evangelio de Marcos en dos partes bien diferenciadas, igual de largas entre sí, acompañadas por una introducción y un apéndice canónico y unidas entre sí por una escena central. Quedando así el esquema:

- Introducción (1,1-13): Título de la obra, bautismo y tentaciones de Jesús. 

- Primera parte (1,14-8,26): Narra la actividad de Jesús en Galilea como predicador itinerante de la Buena Noticia: «Ha llegado el Reino de Dios». Presenta a Jesús como un profeta poderoso, que enseña con autoridad, que hace signos portentosos y que expulsa demonios. 

- Mc 8,27-30 es la escena central, que une las dos partes. En ella se plantea la pregunta de la identidad de Jesús. Quién dice la gente que es Él y quién es Él para los discípulos. Primera respuesta: Es el Mesías. 

- Segunda parte (8,30-16,8). Narra el camino de Jesús hacia Jerusalén, sus enseñanzas sobre el servicio y la entrega, y lo que le sucede por el camino y una vez allí. Precisamente en el camino de la cruz y en la muerte de Jesús se descubre su identidad más profunda. Respuesta definitiva: Es el Hijo de Dios. 

- Apéndice canónico (16,9-20). Resumen de las apariciones de Jesús resucitado.

San Marcos comienza su obra así: «Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios» (1,1); o mejor traducido: «Buena noticia, que es Jesús, que es el mesías, que es el Hijo de Dios». En su escrito intenta demostrar que Jesús es el mesías y el Hijo de Dios, y que esto es una buena noticia para todos. 

Parece ser que vivió sus últimos años en Alejandría de Egipto, donde sufrió el martirio. Los coptos de Egipto lo consideran su evangelizador y lo tienen por patrón principal.

El año 828 trasladaron su cuerpo a Venecia, donde se conserva hasta el presente en la impresionante basílica que se construyó en su honor. Su símbolo es el león. Su fiesta se celebra el 25 de abril.

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