Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 2 de octubre de 2014

Mi canto de hoy. Poesía de santa Teresita


En la fiesta de los Ángeles custodios les propongo una poesía de santa Teresita. La estrofa 12 dice así: "
¡Ángel de mi guarda, cúbreme con tus alas, que iluminen tus fuegos mi peregrinación! Ven y guía mis pasos, ayúdame, ángel mío, ¡nada más que por hoy!"

Teresa escribió este hermoso poema el 1 de junio de 1894 para su hermana sor María del Sagrado Corazón, para ser cantada con una melodía popular. En ella, Teresa expresa sus pensamientos con ocasión del onomástico de su hermana mayor, a la que invita a vivir con intensidad el momento presente, sin perderse en reflexiones sobre el pasado o sobre el futuro.

En el poema se presenta consciente de que es débil y de que nada puede prometer ni pedir para mañana, pero vive el presente entregada totalmente a Dios, confiado en su gracia. 

Esta poesía reúne varios de los grandes temas preferidos de Teresa. El lenguaje es sencillo, con imágenes familiares que se suceden y se unen con el estribillo: "Nada más que por hoy".

1 Mi vida es un instante, una efímera hora,
momento que se evade y que huye veloz.
Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra
no tengo más que un día: 
¡solo el día de hoy!

2 ¡Oh, Jesús, yo te amo! A ti tiende mi alma.
Sé por un solo día mi dulce protección,
ven y reina en mi pecho, ábreme tu sonrisa
¡nada más que por hoy!

3 ¿Qué me importa que en sombras esté envuelto el futuro?
Nada puedo pedirte, Señor, para mañana.
Conserva mi alma pura, cúbreme con tu sombra
¡nada más que por hoy!

4 Si pienso en el mañana, me asusta mi inconstancia,
siento nacer tristeza, tedio en mi corazón.
Pero acepto la prueba, acepto el sufrimiento
¡nada más que por hoy!

5 ¡Oh, Piloto divino, cuya mano me guía!,
en la ribera eterna pronto te veré yo.
Por el mar borrascoso gobierna en paz mi barca
¡nada más que por hoy!

6 ¡Ah, deja que me esconda en tu faz adorable,
allí no oiré del mundo el inútil rumor.
Dame tu amor, Señor, consérvame en tu gracia
¡nada más que por hoy!

7 Cerca yo de tu pecho, olvidada de todo,
no temo ya, Dios mío, los miedos de la noche.
Hazme un sitio en tu pecho, Jesús mío,
¡nada más que por hoy!

8 Pan vivo, Pan del cielo, divina Eucaristía,
¡conmovedor misterio que produjo el amor!
Ven y mora en mi pecho, Jesús, mi blanca hostia,
¡nada más que por hoy!

9 Úneme a ti, Dios mío, Viña santa y sagrada,
y mi débil sarmiento dará su fruto bueno,
y yo podré ofrecerte un racimo dorado,
¡oh Señor, desde hoy!

10 Es de amor el racimo, sus granos son las almas,
para formarlo un día tengo, que huye veloz.
¡Oh, dame, Jesús mío, el fuego de un apóstol
nada más que por hoy!

11 ¡Virgen inmaculada, oh tú, la dulce Estrella
que irradias a Jesús y obras con él mi unión!,
deja que yo me esconda bajo tu velo, Madre,
¡nada más que por hoy!

12 ¡Ángel de mi guarda, cúbreme con tus alas,
que iluminen tus fuegos mi peregrinación!
Ven y guía mis pasos, ayúdame, ángel mío,
¡nada más que por hoy!

13 A mi Jesús deseo ver sin velo, sin nubes.
Mientras tanto, aquí abajo muy cerca de él estoy.
Su adorable semblante se mantendrá escondido
¡nada más que por hoy!

14 Yo volaré muy pronto para cantar su gloria,
cuando el día sin noche se abra a mi corazón.
Entonces, con la lira de los ángeles puros,
¡yo cantaré el eterno, interminable hoy!

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