Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 5 de febrero de 2024

El Cantar de los Cantares en el arte contemporáneo (2)

En otra ocasión recogimos diez pinturas de distintos autores contemporáneos que ilustran algunos pasajes del Cantar de los Cantares. No seguían ningún orden concreto. Detrás de cada cuadro coloqué algunos versos del Cantar a los que hacía referencia el dibujo. (Se puede ver aquí). Hoy hago lo mismo con otras diez obras de arte. No busquen ninguna secuencia lógica, simplemente ¡disfrútenlas!

Llévame contigo, ¡corramos!; condúzcame el rey a su alcoba; disfrutemos y gocemos juntos, saboreemos tus amores embriagadores. ¡Con razón te aman las doncellas! (Cant 1,4)

«¡Lo busqué y no lo encontré! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: "¿Han visto al amado de mi alma?". Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Lo agarré, y no lo soltaré hasta que lo haya hecho entrar en la casa de mi madre, en la habitación de la que me engendró». (Cant 3,2-4)

«¡Despierta, viento del norte, ven, viento del sur! ¡Soplen sobre mi jardín para que exhale su perfume! ¡Que mi amado entre en su jardín y saboree sus frutos deliciosos!». (Cant 4,16)

«Son sesenta las reinas, ochenta las concubinas, e innumerables las jóvenes. Pero una sola es mi paloma mi preciosa. Ella es la única de su madre, la preferida de la que la engendró: al verla, la felicitan las jóvenes, las reinas y concubinas la elogian». (Cant 6,8-9)

«Abrí a mi amado, pero él ya había desaparecido. ¡El alma se me fue detrás de él! ¡Lo busqué, y no lo encontré, lo llamé y no me respondió! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda en la ciudad; los guardias de las murallas me golpearon y me hirieron, me arrancaron el manto. Júrenme, hijas de Jerusalén, que si encuentran a mi amado, le dirán... ¿qué le dirán? Que estoy enferma de amor». (Cant 6,6-8)

«¡La voz de mi amado! Ahí viene, saltando por las montañas, brincando por las colinas. Mi amado es como una gacela, como un ciervo joven. Ahí está: se detiene detrás de nuestro muro; mira por la ventana, espía por el enrejado». (Cant 2,8-9)

«En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma». (Cant 3,1-2)

«Yo duermo, pero mi corazón vela. Oigo a mi amado que golpea y dice: ¡Abreme, hermana mía, mi amada, paloma mía, mi preciosa! Porque mi cabeza está empapada por el rocío y mi cabellera por la humedad de la noche». (Cant 5,2)

«Te desperté debajo del manzano, allí donde tu madre te dio a luz, donde te dio a luz la que te engendró». (Cant 8,5)

«¡Tú que habitas en los jardines!, mis compañeros prestan oído a tu voz; deja que yo te oiga decir: Apúrate, amado mío, como una gacela, como un ciervo joven, sobre las montañas perfumadas». (Cant 8,13-14)

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