Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 6 de febrero de 2024

Historia y significado de la Cuaresma


El Miércoles de Ceniza da inicio a la Cuaresma. En esta entrada hago un resumen del origen de la Cuaresma, su desarrollo y evolución a lo largo de los siglos. ¡Feliz camino hacia la Pascua a todos!

1. Los ayunos de preparación a la Pascua

Desde el siglo II tenemos testimonios de un ayuno de preparación a la Pascua, que se fue alargando, hasta constituirse una «Quadragésima». 

La primera referencia escrita a la Cuaresma es una carta de Atanasio de Alejandría, del 330. Poco después, san Jerónimo la atestigua en Roma; san Ambrosio, en Milán; y la beata Egeria, en Jerusalén. A finales del s. IV, era práctica universal. 

Al principio, solo se ayunaba los miércoles y viernes; pero la privación de alimentos se extendió pronto a toda la Cuaresma. [...]

2. La Semana Santa jerosolimitana

A partir del s. IV, en Jerusalén comenzaron a tenerse celebraciones durante los días anteriores a la Pascua, recordando los acontecimientos decisivos del cristianismo en los mismos escenarios donde tuvieron lugar, siguiendo la distribución temporal de los evangelios. 

El sábado se visitaba el sepulcro de Lázaro, el domingo se tenía una procesión con ramos, el miércoles se hacía memoria de la traición de Judas, el jueves se tenía una vigilia nocturna en el huerto de los olivos, el viernes se veneraba la reliquia de la Cruz, el sábado pasaban la jornada orando los Salmos y leyendo textos de la Escritura. [...] Los peregrinos, al regresar a sus lugares de origen, establecieron las costumbres de Jerusalén.

3. El catecumenado

Durante la época de las persecuciones, los que se convertían eran inmediatamente bautizados e incorporados a la comunidad. Pronto surgió un tiempo de preparación. 

Después del edicto de libertad de Constantino, las conversiones fueron cada vez más numerosas, aunque algunas veces no eran sinceras, por lo que se estableció un catecumenado suficientemente largo, que clarificara las intenciones. 

Los candidatos, una vez aprobados, se preparaban con intensidad durante la Cuaresma para recibir el bautismo en la Vigilia Pascual. 

El domingo primero, se inscribían sus nombres en un libro especial. A partir de ese momento, eran llamados «iluminandos» y tenían catequesis diarias. La segunda semana se reservaba para las témporas. Los domingos tercero, cuarto y quinto tenían lugar los «escrutinios», acompañados de unciones prebautismales. [...]

A partir del s. VI, los bautismos de adultos se hicieron cada vez más raros y se generalizaron los de niños, por lo que se modificó la organización prebautismal. Los exorcismos pasaron de tres a siete y de los domingos a días feriales, cambiándose el orden de los formularios y creándose otros nuevos.

4. La reconciliación de los penitentes

Los que se convertían recibían el perdón de sus pecados por medio del bautismo. Con el tiempo, se presentó el problema de los bautizados que cometían pecados graves (especialmente la idolatría, el homicidio y adulterio, pero también el robo, el falso testimonio, la embriaguez y otras faltas). 

Para ellos se estableció la «penitencia pública», que debían realizar durante el tiempo determinado por el obispo, vestidos de saco y con la cabeza cubierta de ceniza. [...]

Al desaparecer la penitencia pública, desde el s. IX se comenzó a imponer la ceniza a todos los fieles que lo solicitaban, como gesto de piedad personal. Esta costumbre entró a formar parte de la liturgia universal en el s. XI.

5. Las estaciones cuaresmales en Roma

En la Urbe, al mismo tiempo que se iba ampliando el periodo de preparación para las fiestas pascuales, se fue creando una compleja liturgia estacional. [...]

Cada día se reunía la comunidad en una iglesia menor. Allí, el papa pronunciaba una oración «colecta» y se partía en procesión, cantando las letanías de los Santos, hasta una iglesia titular, donde se celebraba la eucaristía. [...]

6. La piedad popular

Con el surgir de las lenguas romances, a medida que los fieles no entendían el latín ni las oraciones de la liturgia, se fueron desarrollando nuevas prácticas, como el Vía Crucis, peregrinaciones, dramas sagrados y otros ejercicios que permitían expresar su fe a los fieles. 

Los que deseaban ayudarse para realizar obras de piedad y de misericordia en común se reunían en hermandades o cofradías. En su seno surgieron las procesiones de penitentes, que evolucionaron de maneras diversas en cada lugar. [...]

Con el tiempo, se organizó una compleja distribución de la Cuaresma, a partir de las devociones populares. Entre otras cosas, el viernes después de Ceniza se conmemoraba la Corona de Espinas, el viernes de témporas la lanza y los clavos, el de la semana II la sábana santa de Turín, el de la III las cinco llagas, el de la IV la Preciosísima sangre, el de Pasión los siete dolores de la Virgen.

7. Costumbres cuaresmales

Como signo de duelo, se suprimieron el Gloria, el Te Deum, el Aleluya y el Ite Missa est; se impuso el color morado en los ornamentos y el diácono no vestía dalmática, sino planeta . No se permitían los bautizos ni las bodas solemnes. [...]

Los «oficios de tinieblas» (maitines y laudes del Jueves, Viernes y Sábado Santos, rezados en las tardes de los días anteriores) adquirieron especial importancia en las catedrales y monasterios. El pueblo los vivía con intensidad, por sus elementos dramáticos (las quince velas del «tenebrario», que se apagaban progresivamente después del canto de cada salmo; el sonido de las carracas y tambores, después de la última lectura, para recordar el terremoto que siguió a la muerte del Señor) y porque precedían a las procesiones, en las que todos participaban. 

Desde la Edad Media, se comenzó a cubrir con velos las cruces e imágenes de las iglesias el Domingo de Pasión. La costumbre se generalizó en el siglo XVI y se hizo obligatoria en el siguiente. [...]

La Cuaresma se llegó a convertir en un tiempo con identidad propia, con una gran riqueza de lecturas y oraciones para cada día (cosa que, sin embargo, no sucedía en los días feriales del tiempo pascual, en los que se repetían los textos del domingo anterior). [...]

8. Evolución de la Cuaresma

La liturgia prepascual terminó siendo el resultado de la unión de todos estos elementos, no siempre de forma armónica:

1. Los ritos relacionados con el catecumenado, que preparaba a los candidatos para la recepción del bautismo.

2. Los propios de la reconciliación de los penitentes, que disponía a los bautizados que habían pecado para recibir el perdón.

3. La generalización de algunas conmemoraciones historicistas propias de Jerusalén y de las celebraciones estacionales romanas.

4. Los desarrollados por la piedad de los fieles, al margen de la liturgia oficial, que no entendían y en la que muchos no participaban.

De esta manera, se rompió el primitivo esquema cuaresmal. La «Semana mayor» tomó el nombre de «Semana de Pasión». Desde el S. VII encontramos dos «Semanas de Pasión» (las antiguas quinta y sexta de Cuaresma). 

La hora de celebración de la Vigilia Pascual se fue adelantando, hasta pasarse en el s. XII a la mañana del sábado (llamado, con el tiempo, «Sábado de Gloria»). 

El Jueves Santo, junto a la misa de reconciliación de los penitentes se introdujeron otras dos: una para conmemorar la institución de la Eucaristía y otra para consagrar los óleos. Por último, se unificaron las tres en una sola. 

De esta manera, el Triduo Santo se desplazó del viernes, sábado y domingo iniciales, al jueves, viernes y sábado. 

Finalmente, se constituyó una Septuagésima de tres semanas, una Cuaresma de cuatro y un tiempo de Pasión de dos (Semana de Pasión y Semana Santa). Las tres etapas tenían varios elementos en común, como las vestiduras moradas y la eliminación de las partes festivas de la liturgia. Todo iba encaminado hacia la celebración del Viernes Santo, que se convirtió en el culmen del año litúrgico.

Entre 1951 y 1955, Pío XII realizó una primera reforma de la Semana Santa en el rito latino, reintroduciendo la Vigilia Pascual el sábado por la noche y trasladando a la tarde las celebraciones del jueves y viernes, por lo que los «oficios de tinieblas» pasaron a las mañanas de sus días naturales. 

La reforma litúrgica de 1969 simplificó las costumbres y reinstauró la Cuaresma original, que ahora comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo, antes de la misa de la Cena del Señor.

Tomado de mi libro La fe celebrada. Historia, teología y espiritualidad del año litúrgico en los escritos de Benedicto XVI, Burgos 2012, pp. 175-183.

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