José Manuel Montesinos canta este poema de san Juan de la Cruz, que es una recreación poética del salmo 137 [136], el que se usa como salmo responsorial en la misa del domingo cuarto de Cuaresma (ciclo "b").
Encima de las corrientes / que en Babilonia hallaba,
allí me senté llorando, / allí la tierra regaba,
acordándome de ti, / ¡Oh Sión!, a quien amaba.
Era dulce tu memoria, / y con ella más lloraba.
Dejé los trajes de fiesta, / los de trabajo tomaba,
y colgué en los verdes sauces / la música que llevaba,
poniéndola en esperanza / de aquello que en ti esperaba.
Allí me hirió el amor, / y el corazón me sacaba.
Díjele que me matase, / pues de tal suerte llagaba;
yo me metía en su fuego, / sabiendo que me abrasaba,
disculpando al avecica / que en el fuego se acababa.
Estábame en mí muriendo, / y en ti solo respiraba.
En mí por ti me moría, / y por ti resucitaba,
que la memoria de ti / daba vida y la quitaba.
Gozábanse los extraños / entre quien cautivo estaba;
Miraba cómo no veían, / que el gozo los engañaba.
Preguntábanme cantares / de lo que en Sión cantaba:
"Canta de Sión un himno, / veamos cómo sonaba".
Decid, ¿cómo en tierra ajena / donde por Sión lloraba,
cantaré yo la alegría / que en Sión se me quedaba?
Echaríala en olvido / si en la ajena me gozaba.
Con mi paladar se junte / la lengua con que hablaba,
si de ti yo me olvidare, / en la tierra do moraba.
¡Sión, por los verdes ramos / que Babilonia me daba!
De mí se olvide mi diestra, / que es lo que en ti más amaba,
si de ti no me acordare, / en lo que más me gozaba,
y si yo tuviere fiesta / y sin ti la festejaba.
¡Oh hija de Babilonia, / mísera y desventurada!
Bienaventurado era / aquel en quien confiaba,
que te ha de dar el castigo / que de tu mano llevaba,
y juntará sus pequeños, / y a mí, porque en ti lloraba,
a la piedra, que era Cristo, / por el cual yo te dejaba.
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