Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 30 de noviembre de 2023

Rorate cæli. Música gregoriana de Adviento

Durante siglos, el himno "Rorate Cæli" fue el más entonado durante el Adviento. Lo conocían los niños y los ancianos, lo mismo que el "Puer natus est nobis" para Navidad, el "Attende Domine" en Cuaresma y el "Regina Cæli") para Pascua. 

Parte de una frase del profeta Isaías (45,8) y se completa con otros textos tomados de varios capítulos del mismo libro. 

Parece ser que las primeras estrofas fueron compuestas por el poeta Prudencio hacia el año 400, aunque no hay unanimidad a la hora de establecer el autor. 

La última estrofa coincide con un responso del breviario romano (siglo XVI), pero no se sabe si el breviario la tomó del himno o si se añadió al himno a partir de su publicación en el breviario.

El himno canta el dolor de los judíos ante la ciudad de Jerusalén destruida por sus enemigos, pero ellos afirman que los culpables no fueron sus enemigos destructores, sino ellos mismos, con sus pecados. Alejándose de Dios se autodestruyeron. Ahora solo les queda implorar misericordia y esperar en la llegada del mesías salvador.

Estas ideas sirven igualmente para nosotros. Vivimos momentos de confusión y de violencia. Nosotros también lloramos por los templos abandonados y la religión cristiana perseguida y difamada en distintos lugares, y suplicamos a Dios que tenga misericordia de su Iglesia, la purifique de sus manchas y la renueve con su gracia.

Esta versión es interpretada por los hermanos que conforman el coro Harpa Dei. A continuación copio el texto en latín y en español:

Rorate caeli desúper et nubes plúant justum.

Ne irascáris Dómine, ne ultra memíneris iniquitátis.
Ecce cívitas sancti facta est desérta,
Sion desérta facta est, Jerúsalem desoláta est.
Domus sanctificatiónis tuae et gloriae tuae,
ubi laudavérunt te patres nostri.

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

Peccávimus et facti sumus tamquam immúndus nos,
et cecídimus quasi fólium univérsi,
et iniquitátes nostrae quasi ventus abstulérunt nos.
Abscondísti fáciem tuam a nobis
et allisísti nos in mánu iniquitátis nostrae.

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

Víde, Dómine, afflictiónem pópuli tui
et mitte quem missúrus es.
Emítte Agnum dominatórem terrae,
de pétra desérti ad montem fíliae Sion,
ut áuferat ipse jugum captivitátis nostrae.

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

Consolámini, consolámini, pópule meus,
cito véniet salus tua.
Quare moeróre consúmeris, quia innovávit te dolor?
Salvábo te, noli timére
Ego énim sum Dóminus Deus,
túus Sánctus Israël, Redémptor túus.

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

Traducción al español:

Cielos, derramad vuestro rocío desde lo alto, y las nubes lluevan al Justo.

No te enfades, Señor, ni te acuerdes de la iniquidad.
La ciudad de tu santuario ha quedado desierta,
Sión quedó desierta, Jerusalén está desolada,
la casa de tu santidad y de tu gloria,
donde nuestros padres te alabaron.

Cielos, derramad vuestro rocío desde lo alto, y las nubes lluevan al Justo.

Pecamos y nos volvimos como los inmundos,
y caímos, todos, como hojas.
Nuestra iniquidades, como un viento, nos dispersaron.
Ocultaste de nosotros tu rostro
y nos castigaste por culpa de nuestras iniquidades.

Cielos, derramad vuestro rocío desde lo alto, y las nubes lluevan al Justo.

¡Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo,
y envíale a aquel que vas a enviar!
Envíale al Cordero dominador de la tierra,
del desierto de piedra al monte de la hija de Sión,
para que él retire el yugo de nuestro cautiverio.

Cielos, derramad vuestro rocío desde lo alto, y las nubes lluevan al Justo.

Consuélate, consuélate, pueblo mío,
¡En breve ha de llegar tu salvación!
¿Por qué te consumes en la tristeza, por qué tu dolor?
¡Yo te salvaré, no tengas miedo!
Porque Yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu redentor.

Cielos, derramad vuestro rocío desde lo alto, y las nubes lluevan al Justo.

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