Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 4 de noviembre de 2023

Todos somos hijos del mismo Padre y discípulos del mismo Señor. Domingo 31 del Tiempo Ordinario, ciclo "a"


El domingo 31 del Tiempo Ordinario, ciclo "a", se proclaman estas lecturas en la misa:

Primera lectura (Malaquías 1,14-2,10.). El profeta reprueba a los sacerdotes cuando hacen distinciones entre los fieles, ya que todos somos iguales ante Dios: "¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos creó el mismo Señor?".

Salmo responsorial (130): Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor. Señor, mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros...

Segunda lectura (Tesalonicenses 2,7-13): San Pablo entregó su tiempo y sus energías a la tarea de la evangelización. La misma generosidad y pasión deberíamos tener todos los cristianos, especialmente los que hemos consagrado nuestra vida al servicio del evangelio.

Evangelio (Mateo 23,1-12): Jesús critica a quienes usan sus puestos de responsabilidad en provecho propio en lugar de servir a los hermanos. Esto puede pasar en la religión, en la política o en cualquier otro ámbito.

Jesús no discute la autoridad de los maestros de la ley de su tiempo. Tampoco invita a la desobediencia. Invita a todos a ser honestos y responsables, a no caer en la vanidad ni en la ambición, a convertirnos los unos en siervos de los otros por amor.

Es fácil criticar a los políticos corruptos y a los administradores deshonestos, pero cada uno debería examinarse a sí mismo y corregir sus propios errores.

Todos somos hijos del mismo Padre y discípulos del mismo Señor, por lo que todos deberíamos tratar a los demás como hermanos.

San Francisco de Asís fundó una fraternidad de hermanos menores, en la que todos deberían reconocerse discípulos de Jesús, aprendices del evangelio.

Santa Teresa de Jesús enseñaba a sus monjas: "Aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar" (Camino 4,7).

El evangelio nos invita a ser sencillos, a simplificar nuestras estructuras, a dejar de lado "las apariencias", a vivir con autenticidad.

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