Oración de laudes de la fiesta de Todos los santos del Carmelo (14 de noviembre), tal como la recoge el breviario carmelitano, por si alguien quiere unirse a nosotros esta mañana.
Antífona invitatorio. Venid, adoremos a Cristo Jesús, hijo de María, del que procede toda santidad.
Himno
Carmen de nuestra Señora,
al despuntar la alborada,
canta música callada
en tu soledad sonora.
Hoy los carmelitas santos
nos dan a la amanecida
sus ideales de vida
a cambio de nuestros cantos.
Teresa con su sencillo
Camino de perfección
nos guía por la oración
y virtudes al castillo.
Desde el eterno horizonte
san Juan de la Cruz enseña
dónde llega quien se empeña,
por la subida del monte.
Nimbada de la fragancia
de sus rosas, Teresita
a seguirla nos invita
por el camino de infancia.
Los santos que en soledad
fueron de Dios por entero
nos descubren el sendero
que va a la interioridad.
Los que emularon el celo
de Elías y de Teresa
nos convocan a la empresa
misionera del Carmelo.
Tributemos homenaje
de amor a la Trinidad
que hizo a María heredad
y honor de nuestro linaje. Amén.
Salmodia
Antífona 1. Tus fieles, Señor, entregados a la oración vigilante, contemplaron tu poder y tu gloria.
Salmo 62
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1. Tus fieles, Señor, entregados a la oración vigilante, contemplaron tu poder y tu gloria.
Antífona 2. Santos y santas de Dios, bendecid al Señor por siempre.
Cántico Dan 3,57-88.56
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor;
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor;
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor;
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor;
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor;
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor;
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor;
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor;
Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor;
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor;
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 2. Santos y Santas de Dios, bendecid al Señor por siempre.
Antífona 3. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, lo que Dios ha preparado para los que le aman.
Salmo 149
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, lo que Dios ha preparado para los que le aman.
Lectura breve 1Pe 2,9-10
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Los que antes erais no-pueblo, ahora sois pueblo de Dios, los que antes erais no-compadecidos, ahora sois objeto de compasión.
Responsorio breve
V/. Alegraos, justos, * Y gozad con el Señor.
R/. Alegraos, justos, * Y gozad con el Señor.
V/. Aclamadlo, los de corazón sincero.
R/. Y gozad con el Señor.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Alegraos, justos, * Y gozad con el Señor.
Antífona del benedictus. Una nube ingente de espectadores nos rodea: corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús.
Benedictus
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona del benedictus. Una nube ingente de espectadores nos rodea: corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús.
Preces
Demos gracias a Dios Padre, que nos alegra hoy con la fiesta de los santos carmelitas, nuestros hermanos, y digámosle con los mismos sentimientos de nuestra Madre, la Virgen María:
― Proclaman nuestras almas tu grandeza, Señor.
Tú, que llamaste a tu pueblo al desierto para pactar con él una alianza de amor,
― renueva tu alianza con nosotros por Cristo Jesús.
Tú, que nos has destinado a ser hermanos de María, para acoger y cumplir tu palabra como ella,
― haznos imitadores de nuestra Señora en el mundo, sirviendo a Cristo y cooperando a su obra redentora.
Tú, que nos has llamado al trato de amistad contigo, a ejemplo de Elías,
― concédenos que, viviendo siempre en tu presencia, nos abrasemos en el amor apasionado de tu gloria.
Tú, que has suscitado nuestra familia, para mantener en la Iglesia un alto espíritu de oración,
― ayúdanos a caminar hacia la unión contigo por la senda de la vida teologal, para ser así ante los hombres testigos de la intimidad divina.
Tú, que infundiste a nuestros Santos celo y caridad tan ardientes, que no vacilaron en dar la vida por sus hermanos,
― haz que, llevando de continuo la muerte de Cristo en nuestro cuerpo, colaboremos en la tarea de la salvación de los hombres con entrega total.
Concluyamos nuestra alabanza matutina con la oración que nos enseñó el Señor: Padre nuestro.
Oración
Te pedimos, Padre santo, que nos asistan con su protección la santísima Virgen María, nuestra Madre, y todos los santos de la familia del Carmelo, para que, imitando con fidelidad sus ejemplos, sirvamos generosamente a tu Iglesia con la oración y la vida apostólica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
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