Cuando tenía entre cinco y siete años, una hermana suya fue secuestrada por tratantes de esclavos árabes. Siempre recordó cuánto sufrieron su madre y sus hermanos con ese acontecimiento: "Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos".
Dos años más tarde, también ella fue secuestrada y esclavizada por los mismos comerciantes: "Cuando aproximadamente tenía nueve años, [...] me percaté que las dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: ¡Si gritas, morirás. Síguenos!".
En los doce años siguientes cambió de dueños hasta en cinco ocasiones. Los cuatro primeros la maltrataban y humillaban continuamente. Incluso fue marcada con 114 dibujos realizados con cuchillas y rellenados con harina y sal sobre el pecho, la tripa y el brazo derecho: "Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal".
Su quinto amo fue un italiano, que la llevó a Italia y la regaló a unos amigos, que la convirtieron en niñera de su hija. De esa etapa, escribió: "Fui realmente afortunada, porque el nuevo patrón era un hombre bueno. No me maltrataba ni humillaba, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad".
En 1888, los señores para los que trabajaba viajaron a Sudán, donde habían adquirido un hotel, y dejaron a la niña y a su niñera al cuidado de las hermanas canosianas. De esa etapa, afirma: "Aquellas santas madres me instruyeron con heroica paciencia y me introdujeron a Dios a quien, desde mi más tierna infancia, había sentido en mi corazón sin saber quién era él".
Dos años después, recibió el bautismo, primera comunión y confirmación y se hizo religiosa al cumplir los 38 años. Entonces, escribió: "Yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa".
Vivió casi toda su vida religiosa en el convento de Schio, cerca de Venecia, realizando labores de cocinera, sacristana y portera, además de dar charlas y testimonios para concienciar sobre el drama de la esclavitud y animar vocaciones misioneras.
Murió en 1947, hacia los 78 años de edad.
Dejó escrita una hermosa autobiografía y exclamó: "Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa".
Fue canonizada el 1 de octubre del año 2000, en la fiesta de santa Teresita.
El 8 de febrero, día en que murió santa Josefina Bakhita y se celebra su fiesta, es también el "día internacional de oración y conciencia contra la trata de personas".
Santa Josefina Bakhita, cuando eras niña fuiste vendida como esclava y tuviste que pasar indecibles dificultades y sufrimientos. Una vez liberada de tu esclavitud física, hallaste la verdadera redención en tu encuentro con Cristo y su Iglesia. Ayuda a todos aquellos que están atrapados en distintas formas de esclavitud, intercede por ellos ante Dios, para que sean liberados de su cautiverio. Brinda alivio a los supervivientes de la esclavitud y permite que ellos te vean como modelo de fe y esperanza. Ayúdales a encontrar la sanación de sus heridas. Amén.
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