Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 4 de febrero de 2016

Contemplativos en la precariedad


Anteayer les comenté que el P. Miguel Márquez, o.c.d. tuvo una conferencia en el encuentro mundial de la vida consagrada en Roma. El título era: "Contemplativos en la precariedad". Les comparto algunos párrafos de la misma:

1. Me llamo Miguel

No soy monje, ni ermitaño. Pertenezco a una Orden mendicante, de espiritualidad orante y activa, soy carmelita descalzo, hijo de Teresa de Jesús. Me llega la invitación a reflexionar y preguntarme por la contemplación en el fragor de la actividad y envuelto en multitud de situaciones y dificultades, subido a una barca, en medio de un mar agitado, que mis fuerzas y capacidad no dominan, amenazado de dispersión y de no descanso, sin resolver el enigma de cómo responder a todo el correo que tengo sobre la mesa y en la bandeja de entrada de mi ordenador… y, al mismo tiempo, empujado violentamente a dejarme encender una y otra vez en aquella llama viva y centella de amor verdadero de la que hablan los fundadores, a dejarme reconstruir y volver a aquella mirada que cuando tenía quince años cambió los planes que traía (de futbolista), para darme otra vida que yo no había pedido, ni soñado. (Lo único que yo había pedido era una vida en la que, a ser posible, no existieran los lunes).


2. San Juan de la Cruz (1542-1591)

San Juan de la Cruz conoce a Santa Teresa en octubre de 1567, es un joven sacerdote recién ordenado, de 25 años. Quiere irse a la Cartuja para centrar la vida en un amor. Se encuentran en Medina del Campo. Ella le convence para que entre a formar parte del Carmelo descalzo. La vida de Juan de la Cruz será muy distinta de la de un cartujo... ¿Le engañó Santa Teresa? ¿Habría aceptado si supiera las tormentas y persecuciones que llegarían más tarde? Juan de la Cruz vivió en su vida una profunda y apasionante experiencia de contemplación en el suelo real que él nunca eligió (fundaciones, caminos sin fin, cárcel, rechazo, enfermedad). Las experiencias más plenas de contemplación las vivió en los momentos de mayor pobreza y persecución.


3. Carlo Carretto (1910-1988)

Carlo Carretto, hermanito del Evangelio, relata uno de los momentos más importantes de su camino espiritual. Estaba viviendo un tiempo de plenitud y de gozo en la contemplación, con horas de oración al día en el desierto... El maestro de novicios le mandó a trabajar al oasis, con un calor infernal... Al final del día, nos relata, no le quedaban ganas de orar... entró en crisis: Árido, vacío, acabado, de mi boca no lograban salir más que gemidos. ¿Qué clase de oración era la suya que el trabajo, el calor y el cansancio eran capaces de romper la que él creía una contemplación adquirida? Hasta entonces había sido la oración de los cómodos, de los bien alimentados… 

Se acordó de su madre cargada con cinco hijos y contemplativa en la cotidianidad de las faenas de la casa… de los obreros que trabajaban doce horas al día, y entonces comprendió... En ese estado de auténtica pobreza la crisis le reveló una de las verdades más importantes de su camino espiritual: la oración no es una cuestión de espacios ideales o de la cabeza, sino una cuestión del corazón. Entonces experimentó una nueva forma de entender la unión con Dios. 


4. Madre Teresa de Calcuta (1910-1997)


"La primera y principal ocupación de toda religiosa consiste en  ser contemplativa de todas las cosas de Dios, y mantener a través de la oración, una constante unión con Él", dice el texto de las constituciones de las misioneras de la Caridad.

En 1973, cuando las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa no eran tantas como ahora, agobiadas ante la ingente labor que tenían entre manos, con las fuerzas justas, decidieron que había que tomar alguna resolución para poder responder al desafío de la creciente tarea, tomaron una decisión clave, fecunda, productiva: añadir todos los días por la tarde una hora de adoración ante el Santísimo.

La eficacia y el descanso están ligados a comprender la sed de Jesús: Mientras no escuchéis a Jesús en el silencio de vuestro corazón, no podréis oírle decir en el corazón de los pobres “tengo sed”. Tiene sed de vosotros. (…) si tenéis que retener una sola cosa de esta carta, que sea esta: “tengo sed” es algo mucho más profundo que si Jesús hubiera dicho “os amo” (…) “escuchad la sed de Jesús”. (…) Escuchadle. Escuchadle pronunciar vuestro propio nombre (Testamento espiritual de la madre Teresa).


5. Madre de familia

Cuando veo la vida de los santos y la vida de los que buscando a Dios han ido más allá de lo prudente, más allá de sus miedos, de su seguridad, y se han atrevido a creer en la verdad del amor de Dios y se han rendido a Él… cuando veo a consagrados con brillo en los ojos, con la mirada abierta, y el oído atento en la complejidad y agotamiento del mundo, se me enciende el corazón, se me aviva ese deseo grande de buscar al Señor cueste lo que cueste y de rendirme a Él.

Quiero hablarles de otro modelo de contemplación vivo, a través de un libro de oraciones: el devocionario de mi madre, con el que rezaba y con el que seguía la Eucaristía cuando era jovencita, antes de casarse. Un libro de 1857.

La contemplación de las páginas de un libro que habla de un amor que nos precede y nos sobrevivirá. Se nos ha regalado un comienzo, hemos sido amados antes de nacer, antes de despertar. Hemos sido dados a luz sin consentimiento nuestro. Ese amor, ese hogar es nuestra primera cuna. Nos recuerda el amor con el que hemos sido amados sin ser conscientes, hemos sido cuidados y sostenidos, acariciados y llevados de la mano. Sólo se nace de verdad cuando la vida es alumbrada en experiencias de amor incondicional. Contemplación es caer en la cuenta de ese amor, de este río subterráneo eternamente fiel. Una fuente de gracia madrugadora hecha de misericordia… que siempre nos espera. Todos nosotros formamos parte de esta corriente que nos precede y nos sobrevivirá. Este es el gran dogma de los fundadores y de los místicos: la eterna fidelidad y misericordia de Dios.  

La madre es contemplativa: está en mil cosas pero su corazón está entero con el hijo/a… en dondequiera que esté… no se saca de las entrañas la criatura, la lleva consigo, igual que Dios nos lleva a cada uno dentro de sí y nos ama, dice Juan de la Cruz,  con el mismo amor que se tiene a sí mismo.  Este amor de Dios es el principio y fin de toda contemplación.


6. Fara

Una joven contemplativa que vive en España y es de un país del sur, se siente un día aplastada por la tristeza, fea y despreciable. Cuando más arrecia el sentimiento de opresión y de ahogo, nace en ella la necesidad de decir: acepto. Acojo y acepto como verdad esto que no entiendo, no lo rechazo, lo abrazo. En este momento, enseguida, se rompe la angustia y comienza desde dentro una alegría desbordante, y a continuación, nace la risa. ¿Qué te pasa? Le preguntan sus hermanas. No lo sé. La tristeza ha dado paso a una alegría incontenible, se siente libre de sí.


7. Raquel

Mi amiga misionera me dijo hace unos días las palabras en las que Dios le invita a vivir en este momento de su vida: No pongas límites donde yo no los pongo. Que tus incapacidades y tu sensación de inutilidad no achiquen lo que Dios quiere conseguir con y en tu pobreza.


8. Dolores

Hay una religiosa muy conocida en España, Dolores Aleixandre. Quiero aquí hacer un homenaje a una mujer que nos ha transmitido la Palabra con ojos, corazón, entrañas y gracia de mujer, que ha sido fuente de evangelización con su palabra y su estilo vivo, creativo y sapiencial. Se está quedando con poca voz por un problema neurológico. En este momento de su vida, me decía hace un tiempo, que la palabra que resuena con más fuerza en su oración es aquella de Jesús AJEN AVI: sí, Padre (Mt 11, 26).  "Que sí, que de acuerdo, vale, como quieras, así sea, sí...". Os regalo esa palabra por si la queréis hacer vuestra, con Dolores y con tantos hermanos y hermanas que en Jesús, con Jesús dicen sí.

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