Texto de santa Teresita del Niño Jesús con música de Luis Alfredo Díaz, al que acompaña César Martínez en una preciosa recreación: "Lo que agrada a Dios en mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi pobreza; es la esperanza ciega que tengo en su misericordia... No te vayas de mi vida, no me des un corazón vacío, que no pueda amar, cachito de mi vida, corazón de mi alegría, mi baluarte, mi defensa en momentos de tristeza".
En el evangelio, Jesús dice: «Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18,3).
En las familias occidentales los niños son pocos. Algunos matrimonios no tienen, otros uno o dos. Por eso, los niños son sobreprotegidos y muchas veces se vuelven caprichosos.
Pero en tiempo de Jesús no era así. Todas las familias tenían muchos hijos, de los que muy pocos llegaban a la edad adulta.
Quienes hayan visitado las catacumbas de Roma recordarán que están llenas de lóculos pequeños, para acoger los cuerpecitos de los niños fallecidos. Los niños eran extremadamente frágiles.
Así tenemos que reconocernos ante Dios: pequeños, débiles, necesitados de su protección. Santa Teresita nos invita a amar nuestra pequeñez y nuestra pobreza, abandonándonos en las manos de Dios con infinita confianza, como un niño pequeño en brazos de su madre. Que este canto sea una oración para nosotros en este día.
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