La llamaban florecilla del Carmelo,
la pequeña florecilla de Lisieux,
por su gracia, su encanto y su dulzura,
su bondad e infantil sencillez.
La llamaban flor y ella lo sabía,
y en las flores encontraba su placer,
deshojando a su Cristo blancos pétalos:
consagrarle su vida y su ser.
Por favor, oh Teresita fiel,
cumple pronto tus promesas
de pasar tu cielo haciendo el bien
a la tierra que en ti tiene fe.
Flor graciosa del Carmelo, Teresita,
una senda florecida descubrió:
un camino de infancia y de sonrisa,
que conduce a los brazos de Dios.
Y al marcharse a los cielos, la santita
prometió a la tierra hacer caer
una lluvia de rosas celestiales,
para hacer a los hombres el bien.
Por favor, oh Teresita fiel,
cumple pronto tus promesas
de pasar tu cielo haciendo el bien
a la tierra que en ti tiene fe.
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