Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 30 de enero de 2022

Te elegí, te consagré, te envié


En la primera lectura de la misa del domingo 4 del Tiempo Ordinario, ciclo "c", tomada del profeta Jeremías, escuchamos: "Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de que salieras del seno materno te consagré, te nombré profeta" (Jer 1,4-5).

Dios escogió a Jeremías antes de que existiera. Desde toda la eternidad pensó en él. En cierto momento se lo hace saber y Jeremías tiene que decidir libremente si quiere acoger la vocación que Dios le propone o rechazarla.

Lo mismo sirve para cada uno de nosotros: Dios nos ha conocido y amado desde siempre. En cierto momento nos llama para que colaboremos con él en su proyecto de salvación. Cada uno tiene que dar su respuesta libre. ¿Acepto colaborar con Dios o rechazo su llamada?

“Antes de formarte”. Un plan desde siempre. Importante para comprender las vocaciones de los creyentes. La vocación del ser humano coincide con su propia identidad. No existe primero el hombre y después la llamada. Al contrario, la llamada de Dios nos da el ser. 

Acoger la propia vocación, descifrarla y responder es la posibilidad de descubrir la propia identidad, el sentido de la propia existencia. Es un proceso temporal, que camina con la historia, pero es el descubrimiento del propio origen, de la propia verdad, del propio ser. La toma de conciencia de su vocación por parte de Jeremías se convierte en revelación del proyecto personal de Dios sobre cada ser humano.

He comentado el evangelio de este domingo en otras ocasiones, que pueden ver aquí:

- Jesús es rechazado por los suyos. El domingo pasado leímos en misa el evangelio que presenta la primera predicación de Jesús en Nazaret. Anunció el año de gracia de Dios para todos los afligidos. Hoy se lee la continuación de aquel texto, en la que los nazarenos rechazan a Jesús.

Mientras sus paisanos le escucharon palabras agradables, todos estaban admirados y asentían con agrado. El problema vino cuando empezó a decirles cosas que no querían oír, cuando les recordó los milagros que los profetas Elías y Eliseo hicieron a favor de extranjeros y que no pudieron realizar en favor de los israelitas por su falta de fe. Era una advertencia clara, que Jesús repetirá muchas veces: “Si no acogéis el Reino de Dios, se os quitará a vosotros y se les dará a aquellos que sepan acogerlo”. Al oír estas cosas se enfadaron con él y querían matarlo...

- De la admiración al rechazo: Los habitantes de Nazaret quisieron despeñar a Jesús. Me parece que las cosas no han cambiado mucho desde entonces. A todos nos gusta que nos recuerden que Dios nos perdona, nos ama y tiene paciencia con nosotros. Pero nos resulta más difícil cuando nos piden que nosotros también perdonemos, amemos y tengamos paciencia con los demás.

El caso es que en el evangelio no podemos separar una cosa de la otra: Jesús nos anuncia el amor de Dios hacia nosotros y nos pide que amemos a los demás; Jesús nos ofrece el perdón y nos pide que perdonemos. En definitiva, quiere que nos parezcamos a él. Oremos al Señor pidiéndole un corazón que se parezca al suyo. Amén...

No hay comentarios:

Publicar un comentario