Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 6 de enero de 2022

Laudes para la fiesta de Epifanía


Alabemos al Señor "con himnos, salmos y cánticos inspirados", unidos a toda la Iglesia.

- Señor, ábreme los labios. 
- Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Antífona: A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

- A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

- A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

- A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.

- A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

- A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

HIMNO

Reyes que venís por ellas, 
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está 
no tienen luz las estrellas.

Mirando sus luces bellas, 
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está 
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está 
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto 
no busquéis estrellas ya.

No busquéis la estrella ahora: 
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido 
en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas, 
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está 
no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende, 
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto 
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas 
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está 
no tienen luz las estrellas. Amén.

SALMOS 

Antífona 1: Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor: oro, incienso y mirra. Aleluya. 

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, 
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, 
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario 
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, 
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, 
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti 
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio, 
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, 
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor: oro, incienso y mirra. Aleluya.

Antífona 2: Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios. Aleluya.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos. 
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; 
cielos, bendecid al Señor. 

Aguas del espacio bendecid al Señor; 
ejércitos del Señor, bendecid al Señor; 
Sol y luna, bendecid al Señor; 
astros del cielo, bendecid al Señor; 

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; 
vientos todos, bendecid al Señor; 
Fuego y calor, bendecid al Señor; 
fríos y heladas, bendecid al Señor; 

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; 
témpanos y hielos, bendecid al Señor;
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; 
noche y día, bendecid al Señor; 

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; 
rayos y nubes, bendecid al Señor; 
Bendiga la tierra al Señor, 
ensálcelo con himnos por los siglos. 

Montes y cumbres, bendecid al Señor; 
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. 
Manantiales, bendecid al Señor; 
mares y ríos, bendecid al Señor; 

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; 
aves del cielo, bendecid al Señor;
Fieras y ganados, bendecid al Señor; 
ensalzadlo con himnos por los siglos. 

Hijos de los hombres, bendecid al Señor; 
bendiga Israel al Señor. 
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; 
siervos del Señor, bendecid al Señor;

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; 
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor;
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; 
ensalzadlo con himnos por los siglos. 

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, 
ensalcémoslo con himnos por los siglos. 
Bendito el señor en la bóveda del cielo, 
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. 

Antífona 2: Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios. Aleluya.

Antífona 3: Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya. 

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, 
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, 
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo 
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria 
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca 
y espadas de dos filos en las manos.

Para tomar venganza de los pueblos 
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, 
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada 
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya. 

LECTURA (Is 52,7-10)

¡Que hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es Rey»! Escucha, tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

RESPONSORIO

- Se postrarán ante él todos los reyes. 
- Se postrarán ante él todos los reyes. 
- Todos los pueblos le servirán. 
- Todos los reyes.
- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
- Se postrarán ante él todos los reyes.

BENEDICTUS

Antífona: Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, 
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación 
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo 
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos 
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. 

Para concedernos que, libres de temor, 
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, 
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, 
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, 
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, 
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas 
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya.

PRECES

Veneremos a nuestro Salvador, adorado hoy por los magos, y aclamémosle con alegría diciendo: 
— Luz de luz, ilumina nuestro día.

Cristo, manifestado en la carne, 
— santifícanos por la palabra de Dios y la oración.

Cristo justificado en el Espíritu, 
— líbranos de todo error.

Cristo, contemplado por los ángeles, 
— danos a gustar ya en la tierra los bienes del cielo.

Cristo, predicado a los paganos, 
— ilumina el corazón de todos los hombres con la luz de tu Espíritu.

Cristo, creído en el mundo, 
— renueva la fe de cuantos creen en ti.

Cristo, llevado a la gloria, 
— enciende en nosotros el deseo de tu reino.

Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó: 
— Padre nuestro…

ORACIÓN

Padre santo, que en este día revelaste a tu Hijo unigénito a los pueblos gentiles, por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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