1. Canto de entrada
dulce consuelo del mortal,
guía a tus hijos, madre adorada,
a la morada celestial. (bis)
Desde los cielos, la Virgen bella
nuestra plegaria escuchó,
y compasiva cual tierna madre,
llena de gracia descendió.
nuestra plegaria escuchó,
y compasiva cual tierna madre,
llena de gracia descendió.
Su voz divina en nuestras almas
vertió el aroma de su amor.
Y en rica prenda, de sus ternuras
su escapulario nos dejó. (bis)
vertió el aroma de su amor.
Y en rica prenda, de sus ternuras
su escapulario nos dejó. (bis)
2. Oración inicial
3. Invocaciones
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Virgen del Carmen, Madre de la esperanza, ayúdanos a llevar amor y alegría a todos los hombres, para que Cristo viva en nosotros y podamos ser un reflejo de su misericordia ante nuestros hermanos.
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Virgen del Carmen, Reina de la paz, siembra concordia en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestra patria y en el mundo entero, y ayúdanos a ser constructores de paz y esperanza.
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
4. Poema a la Virgen
Blanca flor del Carmelo,
vid en racimo,
celeste claridad,
puro prodigio
al ser, a una,
Madre de Dios y Virgen:
¡Virgen fecunda!
Bajo noches oscuras
navega el alma,
enciende tú los rayos
de la esperanza,
y sé el lucero
que lleve nuestra nave
segura al puerto. Amén.
5. Canto de la Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
6. Oración final
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