Todos los papas que han vivido después de santa Teresita han tenido palabras elogiosas hacia ella. Cuando apareció la “Historia de un alma” en octubre de 1898, el Carmelo de Lisieux hizo llegar dos ejemplares a Roma.
León XIII leyó y recomendó el libro a otros, e hizo saber a la priora del Carmelo que le había agradado el homenaje, llegando a escribir: “He tenido el mayor placer de mi vida leyendo la Historia de un Alma”.
San Pío X la llamó "la santa más grande de los tiempos modernos", antes incluso de iniciarse el proceso de beatificación.
Pío XI la calificó como “estrella de mi Pontificado” y como “huracán de gloria”. Él fue quien la elevó a los altares (beatificación en 1923, canonización en 1925) y la proclamó patrona de las misiones (en 1927).
Pío XI gustaba llamarla “verdadera flor de amor, venida del cielo a la tierra, para maravillar al cielo y a la tierra”. Al hacerlo, matiza y da razones: El evangelio afirma, y Teresa nos lo recuerda reiteradamente, que “hay una cosa que ante Dios es más preciosa que las dotes de prudencia y organización, tan eficaces en nuestro apostolado cristiano; hay algo más precioso, que es la humildad, la dulce y sincera humildad de corazón”, que normalmente se manifiesta en la entera fidelidad a los deberes de estado, sean los que sean; “florecer allí donde Dios nos ha plantado y donde quiere que trabajemos, aceptando los sacrificios, hasta el total abandono, confiando sólo en su protección”. Este papa llega a llamarla “Palabra de Dios” (Verbum Dei) para el mundo. No podía ser más explícito al valorar la persona, vida, doctrina e influencia de esta humilde sierva de Dios.
Juan Pablo II, al final del decreto en el que la declaró Doctora de la Iglesia, afirmaba: “Yo te bendigo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has revelado a los sencillos y humildes. Sí, la enseñanza de Teresa debe llegar a los sabios y prudentes, a los que con sincero corazón quieren descubrir el Amor tierno del Padre, sean del credo y condición que sean. Un mensaje esperanzador para todos: que todos somos hijos del mismo Padre”.
En otra ocasión, afirmó: "Teresa de Lisieux ha hecho asequibles y sencillos a los grandes místicos españoles, Teresa de Ávila y Juan de la Cruz. Todo su intento es el “caminito de infancia espiritual” y explicarlo a los demás para que puedan seguirlo".
Benedicto XVI afirmó que "después de su muerte y de la publicación de sus escritos, Teresita se ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas. Ella no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, a los pequeños, a los pobres, a los que sufren, que la invocan, y también ha iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual. Teresa nos indica a todos que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del bautismo en el don total de sí al amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, su mismo amor por todos los demás".
La devoción del papa Francisco por santa Teresita es bien notoria. A ella le encomienda muchos asuntos difíciles para que le dé una mano en su resolución. "Santa Teresa del Niño Jesús nos enseña que “la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar”; nos recuerda también que “la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón”. Pidamos hoy, todos juntos, la gracia de un corazón sencillo, que cree y vive en la fuerza bondadosa del amor, pidamos vivir con la serena y total confianza en la misericordia de Dios".
Juan Pablo II, al final del decreto en el que la declaró Doctora de la Iglesia, afirmaba: “Yo te bendigo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has revelado a los sencillos y humildes. Sí, la enseñanza de Teresa debe llegar a los sabios y prudentes, a los que con sincero corazón quieren descubrir el Amor tierno del Padre, sean del credo y condición que sean. Un mensaje esperanzador para todos: que todos somos hijos del mismo Padre”.
En otra ocasión, afirmó: "Teresa de Lisieux ha hecho asequibles y sencillos a los grandes místicos españoles, Teresa de Ávila y Juan de la Cruz. Todo su intento es el “caminito de infancia espiritual” y explicarlo a los demás para que puedan seguirlo".
Benedicto XVI afirmó que "después de su muerte y de la publicación de sus escritos, Teresita se ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas. Ella no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, a los pequeños, a los pobres, a los que sufren, que la invocan, y también ha iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual. Teresa nos indica a todos que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del bautismo en el don total de sí al amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, su mismo amor por todos los demás".
La devoción del papa Francisco por santa Teresita es bien notoria. A ella le encomienda muchos asuntos difíciles para que le dé una mano en su resolución. "Santa Teresa del Niño Jesús nos enseña que “la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar”; nos recuerda también que “la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón”. Pidamos hoy, todos juntos, la gracia de un corazón sencillo, que cree y vive en la fuerza bondadosa del amor, pidamos vivir con la serena y total confianza en la misericordia de Dios".
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