Señor, ábreme los labios. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Antífona: El Espíritu del Señor llena la tierra, venid, adorémosle. Aleluya.
(Salmo 66. Que todos los pueblos alaben al Señor)
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Antífona: El Espíritu del Señor llena la tierra, venid, adorémosle. Aleluya.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Antífona: El Espíritu del Señor llena la tierra, venid, adorémosle. Aleluya.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe.
Antífona: El Espíritu del Señor llena la tierra, venid, adorémosle. Aleluya.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: El Espíritu del Señor llena la tierra, venid, adorémosle. Aleluya.
HIMNO
¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva, acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego, en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego, con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!
¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso, de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras! Amén. Aleluya.
SALMODIA
Antífona 1: ¡Oh cuán bueno y cuán suave es, Señor, tu Espíritu que habita en nosotros! Aleluya.
(Salmo 62. El alma sedienta de Dios)
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: ¡Oh cuán bueno y cuán suave es, Señor, tu Espíritu que habita en nosotros! Aleluya.
Antífona 2: Manantiales y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Antífona 2: Manantiales y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Antífona 3: Los apóstoles hablaban en lenguas extranjeras de las maravillas de Dios. Aleluya.
Antífona 3: Los apóstoles hablaban en lenguas extranjeras de las maravillas de Dios. Aleluya.
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo del madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
— Se llenaron todos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
Antífona 1: ¡Oh cuán bueno y cuán suave es, Señor, tu Espíritu que habita en nosotros! Aleluya.
Antífona 2: Manantiales y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
(Dan 3,57-88. Toda la creación alabe al Señor)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 2: Manantiales y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Antífona 3: Los apóstoles hablaban en lenguas extranjeras de las maravillas de Dios. Aleluya.
(Salmo 149. Alegría de los santos)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.
Para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Los apóstoles hablaban en lenguas extranjeras de las maravillas de Dios. Aleluya.
LECTURA (Hch 5,30-32)
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo del madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
RESPONSORIO
— Se llenaron todos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
— Se llenaron todos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
— Y empezaron a hablar en lenguas.
— Y empezaron a hablar en lenguas.
— Aleluya, aleluya.
— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
— Se llenaron todos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
Antífona: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados. Aleluya.
BENEDICTUS
Antífona: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados. Aleluya.
(Lc 1,68-79. Cántico de Zacarías: El mesías y su precursor)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados. Aleluya.
Oremos a Cristo, el Señor, que ha congregado su Iglesia por el Espíritu Santo, y digámosle con fe:
— Renueva, Señor, la faz de la tierra.
Señor Jesús, que, elevado en la cruz, hiciste que manaran torrentes de agua viva de tu costado,
— envíanos tu Espíritu Santo, fuente de vida.
Tú que, glorificado por la diestra de Dios, derramaste sobre tus discípulos el Espíritu,
— envía este mismo Espíritu al mundo para que cree un mundo muevo.
Tú que por el Espíritu Santo diste a los apóstoles el poder de perdonar los pecados,
— destruye el pecado en el mundo.
Tú que prometiste darnos el Espíritu Santo para que nos lo enseñara todo y nos fuera recordando todo lo que nos habías dicho,
— envíanos este Espíritu para que ilumine nuestra fe.
Tú que prometiste enviarnos el Espíritu de la verdad para que diera testimonio de ti,
— envíanos este Espíritu para que nos haga tus testigos fieles.
Digamos ahora, todos juntos, la oración que nos enseñó el mismo Señor:
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que ha congregado su Iglesia por el Espíritu Santo, y digámosle con fe:
— Renueva, Señor, la faz de la tierra.
Señor Jesús, que, elevado en la cruz, hiciste que manaran torrentes de agua viva de tu costado,
— envíanos tu Espíritu Santo, fuente de vida.
Tú que, glorificado por la diestra de Dios, derramaste sobre tus discípulos el Espíritu,
— envía este mismo Espíritu al mundo para que cree un mundo muevo.
Tú que por el Espíritu Santo diste a los apóstoles el poder de perdonar los pecados,
— destruye el pecado en el mundo.
Tú que prometiste darnos el Espíritu Santo para que nos lo enseñara todo y nos fuera recordando todo lo que nos habías dicho,
— envíanos este Espíritu para que ilumine nuestra fe.
Tú que prometiste enviarnos el Espíritu de la verdad para que diera testimonio de ti,
— envíanos este Espíritu para que nos haga tus testigos fieles.
Digamos ahora, todos juntos, la oración que nos enseñó el mismo Señor:
— Padre nuestro…
Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
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