Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 21 de julio de 2021

María Magdalena, de apóstol a prostituta


El 22 de julio se celebra la fiesta de santa María Magdalena y el 29 de julio la fiesta de santa Marta de Betania. Ya he hablado en otras ocasiones de ellas y he aclarado que María Magdalena no es María la hermana de Marta y mucho menos la prostituta que ungió los pies a Jesús.

Hay un interesante libro escrito por varias teólogas españolas y dirigido por Isabel Gómez Acebo que lleva el significativo título de "María Magdalena, de apóstol a prostituta y amante", que muestra muy bien la deformación que esta gran figura del cristianismo primitivo ha sufrido en los siglos posteriores.

La primera vez que publiqué esta entrada, hace varios años, en seguida una persona escribió el siguiente comentario: "Será al revés, de prostituta a apóstol". Recogí de nuevo la entrada algunos años después y varios lectores publicaron la misma expresión u otras parecidas. Esto nos indica dos cosas: 
- Por un lado, lo arraigado que está ese prejuicio. 
- Por otro, que hay personas que comentan las entradas sin leer antes su contenido.

María "Magdalena" fue una mujer de Magdala (hoy Migdal), pueblo situado a orillas del lago de Genesaret, a medio camino entre Cafarnaún y Tiberíades.

Empecemos por decir que María ("Miriam" en hebreo) fue el nombre de la hermana de Moisés y era muy común en tiempos de Jesús, por lo que varias mujeres del evangelio lo llevan y a veces esto ha causado problemas al identificarlas.

El apelativo de María "Magdalena" resulta extraño, porque las mujeres eran conocidas sucesivamente por el nombre de su padre, de su esposo y de sus hijos varones. Así, en los evangelios se habla de María [esposa ] de Cleofás (Jn 19,25); de María [madre] de Santiago y José (Mt 27,56); de María, la madre de Jesús (Hch 1,14)...

Esta María, sin embargo, es identificada por su lugar de origen (Magdala), como se hace con los varones (Jesús "de Nazaret", José "de Arimatea", Pablo "de Tarso"), y no por ser la hija, la esposa o la madre de otros.

Hace dos mil años, tuvo que llamar mucho la atención una mujer que no estaba casada ni era madre y que se atrevió a dejar todo para seguir al maestro de Nazaret como discípula (y no era la única).

El evangelio dice que Jesús expulsó "siete demonios" de ella. Algunos quieren ver aquí la justificación de que era una pecadora pública. Pero en muchos otros casos se dice que Jesús expulsó demonios de otros hombres (en un caso incluso "una legión", que era el equivalente a unos 6000 soldados). Y nunca se añade que esos "endemoniados" fueran "prostitutos".

Hoy no sabemos cuál era su enfermedad o su problema, que debía ser grave, ya que el número siete indica totalidad en la biblia. Lo que sí sabemos es que Jesús la liberó y que ella lo siguió con decisión, que estuvo de pie junto a la cruz y que fue la primera que vio a Cristo resucitado.

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