Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 4 de febrero de 2022

Pensamientos del beato María Eugenio del Niño Jesús


El 4 de febrero se celebra la fiesta del beato carmelita descalzo María Eugenio del Niño Jesús (1894-1967). El año pasado presenté su vida. En esta entrada recojo algunos pensamientos tomados de sus escritos.

Dios es amor. Nos ha creado por amor. Nos ha rescatado por amor y nos ha destinado a una unión muy estrecha con él. Dicha unión responde a los más entrañables deseos de Dios. Dios Amor necesita difundirse y en ella encuentra un gozo a la medida de su don. ¡Cuál no será pues el gozo de Dios cuando encuentre un alma que le entrega toda su libertad y en la que puede difundirse a la medida de sus deseos! Las confidencias de nuestro Señor nos permiten adivinar ese gozo de Dios: "Habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierta…"

¡Qué fuente de consuelo y de alegría ¡No estamos nunca solos! El Espíritu Santo que habita en nuestros corazones ora así: ¡Abba, Padre! Es Espíritu filial que nos hace volver al Padre. El Espíritu habita en nuestras almas para hacernos penetrar en la intimidad de la Trinidad. La Trinidad es nuestra familia, de la que ya formamos parte por medio de la fe. Jesús dijo: ¡Nos manifestaremos! Es la promesa segura de nuestro Señor, vida de nuestra gracia bautismal, que hacemos realidad por la fe.

Mi Señor y mi Dios vive realmente en mí, es verdaderamente mi Padre, y cuando mi alma esté lo bastante purificada para recibir la gracia de ver a Dios tal y como es, descubrirá que él la invade y la envuelve en esas regiones íntimas en las que ahora lo busca por la fe.
El cielo entero vive en mi alma. La oración es mas que una preparación a la vida del cielo, es su realización bajo el velo de la fe.

Dios es hoguera, fuego, fuente, océano. Cuando entro en contacto con Dios por la fe, podemos comparar esto con la acción del fuego: si meto la mano en el fuego, me quemo; si meto la mano en el agua, me mojo. Lo que recibo en el contacto que tengo con Dios por la fe es la vida divina. El Dios vivo, la vida de Dios viene a mí.

La fe no es una evidencia; la fe es un conocimiento oscuro. A través de la oscuridad tocamos a Dios. La fe llega hasta Dios. Dios nos hace sentir la oscuridad, quiere deslumbrar nuestra inteligencia; la luz de Dios produce siempre este efecto. La fe es un acto de amor. Es un compromiso.

El Espíritu Santo no es una idea, es Alguien, es la vida de nuestra alma, el aliento de vida, el huésped de nuestra alma que actúa continuamente en nosotros. Es una persona inteligente, amante, que habita en nosotros. Por lo tanto, debemos vivir con el Espíritu Santo, ir a menudo a su encuentro. Está en nosotros y es nuestro Amigo, está en nosotros y es nuestro huésped, está en nosotros y es el arquitecto de la iglesia, está en nosotros y es el que realiza nuestra santificación.

La oración es una toma de contacto con Dios, alimentada por el amor. En mi persona hay 3 actividades, 3 vidas: la vida física, la vida intelectual y la vida espiritual sobrenatural, ¿con cuál voy a poder ir hacia Dios? Lo haré con las 3, no voy a eliminar ninguna, porque hacia Dios voy con toda mi persona. Tengo una vida física, voy a hacer que mi cuerpo contribuya a esta búsqueda de Dios con mi actitud corporal, actitud de oración ante Dios. Al hacer esto, mi cuerpo ora y mi alma también ora porque está orientada hacia Dios. Tengo también una vida intelectual, pienso en Dios. Pienso en una escena del evangelio, hago que mis facultades trabajen, la inteligencia, la imaginación. Solo el amor hace que mi voluntad las mantenga en actividad, en esta búsqueda de Dios. Tenemos una tercera vida: la gracia. Esta vida sobrenatural no es independiente de la vida natural. Esta vida es participación de la vida de Dios, una capacidad de amar a Dios como él se ama.

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