Pedro José Jiménez Vallejo, nació en 1861 en Valdeprado, un pequeño pueblo de Soria. Su padre se dedicaba a vender vino en la comarca. Al morir el padre, la madre se dedicó a vender ollas y pucheros por los pueblos, para ganar el sustento de este niño y sus cuatro hermanitas.
Un tío suyo, para aliviar la situación de su hermana, se llevó a Pedro para que estudiara y sacara el título de maestro. Así que Pedro empezó a enseñar en la escuela de Aldeaelcardo (otro pequeño pueblo de la provincia de Soria).
Por entonces participó en unas misiones que se predicaban en un pueblo vecino. Cada día se desplazaba andando 5 kilómetros para participar en los actos. Por entonces comprendió que el Señor le llamaba a consagrarse a su servicio. Fue difícil para él comunicárselo a su novia, pero ella le comprendió.
Más difícil fue comunicárselo a su familia, que estaba muy necesitada económicamente. Él quería hacerse fraile carmelita descalzo, pero el tío con el que se había criado le convenció para que se hiciera sacerdote secular y así pudiera seguir ayudando a su madre y a sus hermanas.
Este tío, que se llamaba Víctor, era maestro, secretario y sacristán en su pueblo y, cuando quedó viudo y sus hijos fueron adultos, se ordenó de sacerdote.
Pedro José estudió filosofía y teología mientras seguía ejerciendo de maestro, hasta que se ordenó de sacerdote en 1885, a los 25 años de edad. Fue nombrado párroco de Taniñe y se llevó a vivir con él a su madre y una hermana soltera.
Tras morir su madre y con sus hermanas casadas o instaladas en algún trabajo, cuando tenía 33 años, pidió permiso en su diócesis para ingresar en los carmelitas descalzos de Desierto de las Palmas (Castellón).
En el documento de la diócesis, dice que le conceden el permiso, “con la condición de volver a nuestra diócesis si por cualquier circunstancia no pudiera perseverar en aquella Orden. Y atestamos que es un sacerdote de ejemplar vida y costumbres”.
Por entonces participó en unas misiones que se predicaban en un pueblo vecino. Cada día se desplazaba andando 5 kilómetros para participar en los actos. Por entonces comprendió que el Señor le llamaba a consagrarse a su servicio. Fue difícil para él comunicárselo a su novia, pero ella le comprendió.
Más difícil fue comunicárselo a su familia, que estaba muy necesitada económicamente. Él quería hacerse fraile carmelita descalzo, pero el tío con el que se había criado le convenció para que se hiciera sacerdote secular y así pudiera seguir ayudando a su madre y a sus hermanas.
Este tío, que se llamaba Víctor, era maestro, secretario y sacristán en su pueblo y, cuando quedó viudo y sus hijos fueron adultos, se ordenó de sacerdote.
Pedro José estudió filosofía y teología mientras seguía ejerciendo de maestro, hasta que se ordenó de sacerdote en 1885, a los 25 años de edad. Fue nombrado párroco de Taniñe y se llevó a vivir con él a su madre y una hermana soltera.
Tras morir su madre y con sus hermanas casadas o instaladas en algún trabajo, cuando tenía 33 años, pidió permiso en su diócesis para ingresar en los carmelitas descalzos de Desierto de las Palmas (Castellón).
En el documento de la diócesis, dice que le conceden el permiso, “con la condición de volver a nuestra diócesis si por cualquier circunstancia no pudiera perseverar en aquella Orden. Y atestamos que es un sacerdote de ejemplar vida y costumbres”.
El documento, añade que “es un sacerdote de muy ejemplar vida y costumbres muy piadosas y sanas, amante de la gloria de Dios y bien espiritual de las almas, aun haciendo sacrificios; que tiene corrientes sus licencias ministeriales de celebrar, confesar y predicar”.
Comenzó el noviciado en el Desierto de las Palmas y lo concluyó en Segovia, junto al sepulcro de san Juan de la Cruz. Después estuvo destinado en Alba de Tormes, junto al sepulcro de santa Teresa de Jesús.
En enero de 1900 fue destinado a La Habana, en Cuba. Los once religiosos que componían la comunidad predicaban misiones populares en los pueblos y confesaban a muchos fieles en la capital.
Pedro José desarrolló también un intenso apostolado para promover las buenas lecturas en La Habana y escribió algunos libritos.
Comenzó el noviciado en el Desierto de las Palmas y lo concluyó en Segovia, junto al sepulcro de san Juan de la Cruz. Después estuvo destinado en Alba de Tormes, junto al sepulcro de santa Teresa de Jesús.
En enero de 1900 fue destinado a La Habana, en Cuba. Los once religiosos que componían la comunidad predicaban misiones populares en los pueblos y confesaban a muchos fieles en la capital.
Pedro José desarrolló también un intenso apostolado para promover las buenas lecturas en La Habana y escribió algunos libritos.
6 años después fue destinado de nuevo a España, primero a Alba de Tormes (3 años), después a Ávila (8 años), a Salamanca (5 años) y más tarde a Toledo (en 1924), como profesor de teología moral, derecho canónico y liturgia.
Durante la segunda república española, cuando comenzó la quema de conventos y la persecución contra la Iglesia, tuvo que refugiarse en la casa del médico de la comunidad. Apresado por los milicianos a sus 75 años, apenas podía bajar las escaleras.
Durante la segunda república española, cuando comenzó la quema de conventos y la persecución contra la Iglesia, tuvo que refugiarse en la casa del médico de la comunidad. Apresado por los milicianos a sus 75 años, apenas podía bajar las escaleras.
Después de muchas humillaciones y malos tratos fue fusilado el 31 de julio de 1936. Fue beatificado el año 2007, junto con sus 15 compañeros carmelitas descalzos que sufrieron el martirio en Toledo.
De una carta del beato Pedro José a su familia: “Que todos seáis cada día mejores cristianos; que no se os pegue nada de la indiferencia religiosa y vidas poco o muy poco cristianas… Recuerdo que, siendo muchacho y mucho tiempo después, se rezaba el rosario en la iglesia todos los días del año, menos un mes o cosa así en el verano; pero en tiempo de verano se rezaba en varias puertas de las casas, al sereno, a las que asistían los vecinos de las casas de alrededor. Y cuando se rezaba en la iglesia que era casi todo el año, como he dicho, las personas de las familias que no podían ir a la iglesia lo rezaban en casa. ¿Habrá desaparecido esto? Que no desaparezca en vuestras casas ”.
De una carta del beato Pedro José a su familia: “Que todos seáis cada día mejores cristianos; que no se os pegue nada de la indiferencia religiosa y vidas poco o muy poco cristianas… Recuerdo que, siendo muchacho y mucho tiempo después, se rezaba el rosario en la iglesia todos los días del año, menos un mes o cosa así en el verano; pero en tiempo de verano se rezaba en varias puertas de las casas, al sereno, a las que asistían los vecinos de las casas de alrededor. Y cuando se rezaba en la iglesia que era casi todo el año, como he dicho, las personas de las familias que no podían ir a la iglesia lo rezaban en casa. ¿Habrá desaparecido esto? Que no desaparezca en vuestras casas ”.
El padre Pedro Ortega, de mi comunidad de Soria, se reúne cada 15 días con los miembros del Carmelo seglar para encuentros de formación. Para ellos ha preparado un folleto sobre este santo, que resumo en esta entrada.
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