6,30. Las tablillas de la mañana. Todavía es de noche cuando una hermana hace sonar las “tablillas” y canta con voz alegre: “¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo y la Virgen María, su Madre! ¡A la oración, hermanas, a alabar al Señor!”. Cada hermana, ya arrodillada en su celda, repite como un eco las primeras alabanzas al Señor.
7,00. Rezo del ángelus y laudes. Una señal de la cruz sobre los labios, para abrir nuestra boca y santificar las palabras de este nuevo día, abre nuestra alabanza coral. Somos voz de la Iglesia y de la humanidad, que alaba y bendice a Dios, o que gime y suplica en su angustia, deseando que todos los pueblos le alaben.
7,20. Oración silenciosa ante el sagrario, donde está “el compañero nuestro en el Santísimo Sacramento”, como decía Santa Teresa de Jesús. Meditamos la Palabra que va a ser proclamada en la eucaristía y, con Cristo, soñamos con despertar al mundo para la esperanza y la vida de la gracia: la amistad con Dios.
8,15. Celebración de la eucaristía, momento fundamental de nuestra jornada. El Señor, adorado en fe durante la oración, ahora nos habla y se entrega a nosotras como alimento. La acción de gracias, largamente prolongada, recoge todas las intenciones de oración que nos han pedido, las que conocemos, pero también las ignoradas, las de tantas personas que necesitarían nuestro recuerdo y nuestra comunión de amor.
9,20. Desayuno frugal en el refectorio: café con leche y pan. Los domingos y días de fiesta añadimos ricas galletas con mermelada.
9,30 - 13,00. Trabajos de la mañana. Una hermana se ocupa de atender a las personas que vienen a nuestro torno en busca de paz, de orientación o de consuelo. Todas son acogidas en nuestro corazón con respeto, ternura y esperanza... Cada hermana trabaja en soledad y en silencio, guardando en el corazón la palabra orada en la mañana. Las hermanas más artistas dedican su tiempo a coser o a la pintura (cuadros y manualidades), otras se ocupan del archivo, de lavar la ropa, de preparar las celebraciones litúrgicas, la cocinera del día prevé lo necesario para las comidas, la enfermera atiende a las necesidades, otra hermana baja a la huerta a buscar la fruta, así como cualquier trabajo de la casa: el barrido, las limpiezas, un poquito de jardinería, etc.
13,00. Rezo de Sexta. Suena la campana y hacemos un alto en la jornada para alabar a Dios todas juntas, recordando que esta es la hora del encuentro de Jesús con la samaritana “junto al brocal del pozo de Jacob”. Al concluir, tenemos un breve examen de conciencia y rezamos el Ángelus.
13,15. Comida. Vamos al refectorio, donde tenemos la comida más fuerte del día. Las comidas son sencillas: tortilla de patatas, verduras y pescado, caldo, empanada, queso... Los días de fiesta tenemos pizza y postre preparado por las hermanas. Nos alimentamos para poder tener fuerzas para servir. Nunca nos deja de cuidar la Providencia.
13,45 - 14,45. Recreación. El acto comunitario de la recreación es un momento fraterno, que nos reúne para distender el corazón, compartir con las hermanas las cosas de la casa, noticias, bromas… Normalmente, charlamos mientras hacemos trabajos de manos: escapularios, pulseritas-rosario de nudos de cuerda, decoración de las escayolas, pintar estampas, coser y calcetar bufandas, o tapetes artesanos, etc. Los días de fiesta se esperan con entusiasmo: ¡es el momento de interpretar nuestras canciones con la guitarra! También damos paseos deliciosos por la florida y amena huerta.
14,45 - 15,45. Retiro en la celda. Ermitañas en comunidad, regresamos a la celda, nuestra soledad dentro de la soledad. Jesús está ahí, llenando de sentido y de paz nuestras vidas. En esta hora se puede escribir, leer, hacer pequeños trabajos que no hagan ruido… y la que lo necesita puede descansar.
15,45. Rezo de Nona. El deseo de orar sin interrupción se expresa haciéndolo “a coro”, todas juntas, a lo largo de todo el día, en diversos momentos. “Nona” es la hora de la muerte del Señor y es la “hora” en que María recoge en sus brazos al Hijo de sus dolores.
16,00 - 17,00. Lectura espiritual y formación. Si el cuerpo necesita alimento, mucho más el alma. “Meditando día y noche la ley del Señor”, dice nuestra Regla. Es el momento de leer la Sagrada Escritura y otros autores espirituales. Este momento de lectura y formación es muy importante, pues nos abre horizontes, nos enseña el camino de santidad y nos pone ejemplos de personas que encontraron a Dios. Descubrimos la belleza de nuestra fe y la profundizamos.
17,00 - 18,30. Trabajo. Dejamos que lo leído y aprendido pase de la mente a la vida práctica y, unidas a la humanidad trabajadora, que tantos cansancios recoge para sostener económicamente a sus seres queridos, seguimos cada una nuestras actividades: costura, pintura, cocina, confección de hostias, huerta... todo bajo la mirada de Dios y con el corazón puesto en él.
18,30 - 19,30. Oración de la tarde. Jesús nos espera para otro encuentro silencioso, donde el alma disfruta de su trato de amistad y compañía. Traemos a su presencia las alegrías y las fatigas de todo ser humano, en este momento, justo en la serenidad del caer de la tarde. Se esponja el corazón, unas veces para contarle penas y esperanzas, y otras para no decirle nada más que un “te quiero”. La oración es hacer experiencia de su intensa bondad y misericordia. No es un tiempo “perdido”, sino un tiempo “entregado”. Es estar con él. A veces no se siente nada, pero eso también es parte de la vida de oración.
19,30. Rezo de vísperas. Las laudes de la mañana y las vísperas de la tarde son la dos horas más importantes de nuestra liturgia, porque recogen la oración de todo el día. El mismo atardecer parece acompañar la quietud de esta hora, en la que presentamos al Señor todas las intenciones que nos han sido encomendadas a lo largo del día.
20,00. Cena o colación. Como todo ser humano, la carmelita necesita volver a tomar algún alimento, todavía quedan varias horas y hay que recobrar fuerzas; cena sobria, o colación si es tiempo de ayuno (desde el 14 de Septiembre hasta el día de la resurrección del Señor no tomamos ni huevo, ni pescado ni lácteos en la cena).
20,45 - 21,45. Recreación. Así como durante el día procuramos guardar silencio y recogimiento, la hora de recreación es un momento festivo de encuentro y de compartir; las conversaciones son alegres y animadas, eso sí procurando siempre tener presente al Señor. Trabajos manuales, cantos, noticias, son los componentes de nuestras recreaciones.
21,45. Oficio de Lecturas (antiguamente llamado maitines), caracterizado por dos lecturas largas después de los salmos, una de la Escritura y otra de los Padres de la Iglesia o de otros santos. Ambienta muy bien y santifica el comienzo de la noche. Nos gusta pensar que a esas horas tenemos el gran regalo de poder estar ante un sagrario, prestando nuestras voces a toda la humanidad, en un deseo de alabanza y adoración a Dios.
22,15 - 23,00. Se ha tocado a silencio mayor. Procuramos no hablar ni hacer ruido. Cada una está recogida en su celda. La noche en su quietud nos invita a la oración. Dios se hace presente en la noche. El clima se vuelve sereno para rezar el rosario, contemplando los misterios. Es un obsequio a la Virgen, nuestra Madre y modelo, a cuyo culto y devoción dedicamos también nuestra vida. ¡El Carmelo es una Orden mariana! En este tiempo de celda, después del rosario, la que lo desea puede leer o escribir, hacer más oración; es una hora que pasa demasiado aprisa... El alma se deja envolver por la dulce presencia del Amado. Él está aquí, no se le ve, ¡pero se le adivina!
23,00. Nos reunimos en el coro para la última oración litúrgica: completas. Empezamos con el examen de conciencia: ¿en qué hemos gastado el día? Ponemos el descanso en las manos del Señor: “A tus manos Señor, encomiendo mi espíritu”, y vueltas a la Virgen, le cantamos la Salve. Uniendo nuestra voz a la de todos los hombres y mujeres de la tierra, que dejan durante la noche todas sus inquietudes a los pies de la Señora. Si el ángelus abre el día, el canto de la salve lo cierra.
23,30. La jornada se ha terminado, una hermana toca las tablillas, cantando un último pensamiento espiritual, como por ejemplo: "Duerme en brazos de María / que Jesús también dormía". O bien: "Ten a Dios siempre contigo / que es fiel y leal amigo". Y la madre priora nos da la bendición de la noche.
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