Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Témporas de Acción de Gracias


El Misal romano presenta así las "Témporas de acción de gracias y petición": "Son días de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas, al reemprender la actividad habitual. Son una ocasión que presenta la Iglesia para rogar a Dios por las necesidades de los hombres, principalmente por los frutos de la tierra y por los trabajos de los hombres, dando gracias a Dios públicamente" (NUALC, 45-47).

Casi han desaparecido del calendario. En España se celebran el 5 de octubre, en Canadá el segundo lunes de octubre, en Italia el segundo domingo de noviembre, en Usa y otros países el cuarto jueves de noviembre. Las más famosas son las de USA: el famoso "Thaksgiving", en el que las familias cenan pavo asado (normalmente acompañado con un relleno hecho de pan de maíz y salvia y con una salsa de arándanos rojos).

Aunque se sigue repitiendo que esta celebración tiene sus orígenes en el año 1621, en una celebración en Plymouth, en el actual estado de Massachusetts (USA), ya he explicado otras veces que es la heredera de las antiguas "témporas de acción de gracias y petición" de la liturgia romana, aunque adaptadas y reelaboradas, como sucede con otras fiestas.

El día siguiente es el "black friday", con el que tradicionalmente daba inicio la temporada navideña, aunque en nuestros días se ha adelantado.

A continuación les propongo un poema de José García Nieto (1914-2001) que la liturgia de las horas propone como himno de laudes.

Gracias, Señor, por esta agua que llega
del aire hasta los campos, hasta el bosque y el huerto;
gracias por tu palabra que riega este desierto
del alma, prometiendo las horas de siega.

Gracias por tanta gracia, tanta cuidada entrega,
por el sol que calienta este corazón yerto;
gracias por estas flores primeras que han abierto
ojos de luz a tanta claridad honda y ciega.

Gracias porque te he visto latiendo en los bancales,
favoreciendo, urdiendo los tiernos esponsales
del verdor con la tierra, la rosa con la rama.

Gracias porque me enseñas a ser en lo que era,
al olvidar mis estiajes en esta primavera;
gracias porque es llegado el tiempo del que ama. Amén.

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