Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 29 de mayo de 2022

Laudes para la fiesta de la Ascensión del Señor


Oración de la mañana para rezar en la fiesta de la Ascensión del Señor, unidos a la Iglesia universal, que se alegra en el triunfo de nuestro Señor Jesucristo.

Señor, ábreme los labios. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona invitatorio: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que ha ascendido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

- Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que ha ascendido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

- Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que ha ascendido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

- Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que ha ascendido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.

- Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que ha ascendido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

- Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que ha ascendido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

HIMNO

«No; yo no dejo la tierra. No; yo no olvido a los hombres.
Aquí, yo he dejado la guerra; arriba, están vuestros nombres».

¿Qué hacéis mirando al cielo, varones, sin alegría?
Lo que ahora parece un vuelo ya es vuelta y es cercanía.

El gozo es mi testigo. La paz, mi presencia viva,
que, al irme, se va conmigo la cautividad cautiva.

El cielo ha comenzado. Vosotros sois mi cosecha.
El Padre ya os ha sentado conmigo, a su derecha.

Partid frente a la aurora. Salvad a todo el que crea.
Vosotros marcáis mi hora. Comienza vuestra tarea. Amén. Aleluya.

SALMODIA

Antífona 1: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse. Aleluya.

(Salmo 62. El alma sedienta de Dios)

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, 
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, 
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario 
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, 
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, 
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti 
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio, 
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, 
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse. Aleluya.

Antífona 2: Ensalzad al Rey de reyes y cantad un himno a Dios. Aleluya.

(Dan 3,57-88. Toda la creación alabe al Señor)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; 
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; 
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; 
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; 
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; 
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; 
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; 
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; 
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, 
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; 
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; 
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; 
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor; 
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; 
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; 
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, 
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, 
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Antífona 2: Ensalzad al Rey de reyes y cantad un himno a Dios. Aleluya.

Antífona 3: Lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Aleluya.

(Salmo 149. Alegría de los santos)

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, 
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, 
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo 
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria 
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca 
y espadas de dos filos en las manos.

Para tomar venganza de los pueblos 
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, 
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada 
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Aleluya.

LECTURA (Heb 10,12-14)

Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

RESPONSORIO

— Cristo subió a lo alto. Aleluya, aleluya. 
— Cristo subió a lo alto. Aleluya, aleluya.
— Y se sentó a la derecha del Padre. 
— Aleluya, aleluya.
— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
— Cristo subió a lo alto. Aleluya…

BENEDICTUS

Antífona: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. Aleluya.

(Lc 1,68-79. Cántico de Zacarías: El mesías y su precursor)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, 
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación 
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo 
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos 
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza 
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, 
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, 
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios 
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas 
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. Aleluya.

PRECES

Invoquemos, alegres, al Rey de la gloria que, elevado sobre la tierra atrae a todos hacia sí, y aclamémoslo, diciendo:
— Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Señor Jesús, Rey de la gloria, que, habiéndote ofrecido una sola vez como oblación por nuestros pecados, subiste vencedor a la derecha del Padre,
— perfecciona para siempre a los que van siendo consagrados.

Sacerdote eterno y ministro de la nueva alianza, que vives siempre para interceder en nuestro favor,
— salva al pueblo que pone en ti su esperanza.

Tú que después de la pasión diste pruebas de que estabas vivo, apareciéndote durante cuarenta días a los apóstoles,
— dígnate robustecer la debilidad de nuestra fe.

Tú que en el día de hoy prometiste dar a los apóstoles el Espíritu Santo, para que fueran tus testigos hasta los confines del mundo,
— con la fuerza de este mismo Espíritu robustece también nuestro testimonio cristiano.

Digamos ahora, todos juntos, la oración que nos enseñó el mismo Señor: Padre nuestro…

ORACIÓN

Padre santo, concédenos exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Él vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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