Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 1 de marzo de 2022

Estructura del año litúrgico cristiano


Nuestra vida es un continuo caminar al encuentro del Señor. El sucederse de los días y de los tiempos litúrgicos nos indica que no podemos pararnos, porque, como enseña santa Teresa de Jesús, "en este camino, no ir hacia adelante es volver atrás". 

Muchas veces hemos explicado en este blog la estructura del año litúrgico, que les recuerdo brevemente: 

Durante las cuatro semanas de Adviento tomamos conciencia de que Jesús siempre viene a nuestro encuentro y tenemos que disponer nuestros corazones para acogerlo. 

En Navidad contemplamos el misterio de la encarnación del Señor, que se despojó de su condición divina para asumir nuestra realidad y, una vez que entró en nuestra historia, se ha quedado para siempre con nosotros.

En Cuaresma tomamos conciencia de que siempre estamos en proceso de conversión, con los ojos fijos en Cristo, porque queremos revestirnos de sus sentimientos y tener un corazón misericordioso como el suyo.

En Pascua celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, que ya podemos disfrutar anticipadamente en los sacramentos de la Iglesia y un día se hará realidad plena también en nosotros.

Durante el resto del año celebramos el Tiempo Ordinario, y tomamos conciencia de que Dios no solo ofrece su salvación en los días especiales, de fiesta, sino cada día, cada momento.

Hoy termina la primera parte del Tiempo Ordinario (la que se extiende desde que termina la Navidad hasta que comienza la Cuaresma). La segunda parte transcurre desde la celebración de Pentecostés (con la que se concluye el tiempo pascual) hasta el inicio del Adviento del año siguiente.

Con la imposición de la ceniza, mañana comenzaremos una nueva Cuaresma, tiempo de gracia, de reconciliación y de preparación para las fiestas pascuales, conscientes de que en todo tiempo y lugar Jesucristo sigue invitándonos a la amistad con él, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Les deseo a todos un bendecido camino cuaresmal hacia la Pascua.

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