Pensamientos de Santa Teresa de Jesús (de Ávila) sobre la pasión de Cristo. Ella siempre nos invita a mirarle con amor para encontrar en él descanso y paz. También para aprender de él cómo debemos comportarnos para ser verdaderos cristianos.
No os pido ahora que penséis en él ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis. (C 26,3).
Poned los ojos en el Crucificado y todo se os hará poco. (7M 4,9).
Estando un día en el oratorio, vi una imagen que se había buscado para una fiesta que se hacía en casa, y la habían traído para guardarla allí. Era de Cristo muy llagado, y tan devota, que cuando la miré, toda me turbé de verle tal, porque representaba muy bien lo que sufrió por nosotros. (V 9,1).
En especial me hallaba muy bien [meditando] en la oración de Jesús en el huerto. (V 9,4).
Pensar y reflexionar en lo que el Señor pasó por nosotros nos mueve a compasión y es sabrosa esta pena y las lágrimas que de aquí proceden. (V 12,1).
Pues volviendo a lo que decía de pensar en [Jesús atado a] la columna, es bueno discurrir un rato y pensar en las penas que allí tuvo el Señor y en el amor con que las pasó. Más que no se canse en andar a buscar esto, sino que esté allí con él, callado el entendimiento. (V 13,22).
Cuando en medio de nuestras ocupaciones y en las persecuciones y sufrimientos y sequedades no se puede tener tanto sosiego, Jesús es muy buen amigo, porque le miramos hombre, y le vemos con flaquezas y padecimientos, y nos hace compañía. (V 22,10).
Cuando iba a la oración y miraba a Jesús en la cruz, tan pobre y desnudo, no podía soportar ser rica y le rogaba con lágrimas que me hiciera pobre como él. (V 53,3).
Si estáis con sufrimientos o triste, miradle camino del huerto; ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma! Miradle cargado con la cruz, que ni siquiera le dejaban respirar. Y él os mirará con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores para consolar los vuestros, solamente porque vais a consolaros con él y porque volvéis la cabeza para mirarle (C 26,5).
Pensando en la sagrada pasión, pensamos muchas más cosas de fatigas y tormentos que allí debía de padecer el Señor, de las que los evangelistas escriben (Mdt C 1,8).
Mirad que dice el buen Jesús en la oración del Huerto: "La carne es flaca", y acordaos de aquel tan admirable y lastimoso sudor. Pues si aquella carne divina y sin pecado, dice su Majestad que es flaca, ¿cómo queremos que sea la nuestra tan fuerte que no sienta la persecución que le puede venir y los trabajos? Nuestro buen Jesús muestra la flaqueza de su humanidad antes de los sufrimientos y en el golfo de ellos tuvo gran fortaleza, que no solo no se quejaba, sino que no hizo ni un gesto en el semblante que demostrara que padecía con flaqueza. Cuando iba al huerto, dijo: "Triste está mi alma hasta la muerte"; y estando en la cruz, que era ya estar pasando la muerte, no se quejaba. (Mdt C 3,8-9).
Estando un día en el oratorio, vi una imagen que se había buscado para una fiesta que se hacía en casa, y la habían traído para guardarla allí. Era de Cristo muy llagado, y tan devota, que cuando la miré, toda me turbé de verle tal, porque representaba muy bien lo que sufrió por nosotros. (V 9,1).
En especial me hallaba muy bien [meditando] en la oración de Jesús en el huerto. (V 9,4).
Pensar y reflexionar en lo que el Señor pasó por nosotros nos mueve a compasión y es sabrosa esta pena y las lágrimas que de aquí proceden. (V 12,1).
Pues volviendo a lo que decía de pensar en [Jesús atado a] la columna, es bueno discurrir un rato y pensar en las penas que allí tuvo el Señor y en el amor con que las pasó. Más que no se canse en andar a buscar esto, sino que esté allí con él, callado el entendimiento. (V 13,22).
Cuando en medio de nuestras ocupaciones y en las persecuciones y sufrimientos y sequedades no se puede tener tanto sosiego, Jesús es muy buen amigo, porque le miramos hombre, y le vemos con flaquezas y padecimientos, y nos hace compañía. (V 22,10).
Cuando iba a la oración y miraba a Jesús en la cruz, tan pobre y desnudo, no podía soportar ser rica y le rogaba con lágrimas que me hiciera pobre como él. (V 53,3).
Si estáis con sufrimientos o triste, miradle camino del huerto; ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma! Miradle cargado con la cruz, que ni siquiera le dejaban respirar. Y él os mirará con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores para consolar los vuestros, solamente porque vais a consolaros con él y porque volvéis la cabeza para mirarle (C 26,5).
Pensando en la sagrada pasión, pensamos muchas más cosas de fatigas y tormentos que allí debía de padecer el Señor, de las que los evangelistas escriben (Mdt C 1,8).
Mirad que dice el buen Jesús en la oración del Huerto: "La carne es flaca", y acordaos de aquel tan admirable y lastimoso sudor. Pues si aquella carne divina y sin pecado, dice su Majestad que es flaca, ¿cómo queremos que sea la nuestra tan fuerte que no sienta la persecución que le puede venir y los trabajos? Nuestro buen Jesús muestra la flaqueza de su humanidad antes de los sufrimientos y en el golfo de ellos tuvo gran fortaleza, que no solo no se quejaba, sino que no hizo ni un gesto en el semblante que demostrara que padecía con flaqueza. Cuando iba al huerto, dijo: "Triste está mi alma hasta la muerte"; y estando en la cruz, que era ya estar pasando la muerte, no se quejaba. (Mdt C 3,8-9).
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