Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 28 de septiembre de 2018

Carmelitas: una vida de entrega y servicio

Varios frailes carmelitas de distintos lugares del mundo comparten por qué han consagrado su vida al servicio de Cristo en el Carmelo.


Les recuerdo algunas entradas en las que he tratado del carisma y de la identidad del Carmelo:

La espiritualidad del Carmelo. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María, a la que consideramos madre, hermana, amiga, modelo y compañera, los carmelitas queremos vivir íntimamente unidos a Cristo con una alianza de amor. La espiritualidad carmelitana es claramente "esponsal". En sus escritos y poesías, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, santa Teresita y todos los santos del Carmelo presentan a Jesús como el esposo con el cual desean unirse cada vez más profundamente. María es el mejor modelo de ese amor total hacia Cristo, al que queremos conocer cada vez con más profundidad y amar cada día con mayor autenticidad.

El carisma del Carmelo. La Orden del Carmelo surgió en un tiempo y lugar determinados, con unos ideales concretos y unos elementos configuradores del carisma, que se plasmaron en la Regla de san Alberto y después se desarrollaron y enriquecieron a través de los siglos con la vivencia de los Carmelitas (frailes, monjas y seglares). En concreto, podemos subrayar cuatro elementos fundamentales del carisma carmelitano en sus orígenes. Podemos decir que son los elementos comunes a toda la familia carmelitana. Después cada rama de la misma tiene sus peculiaridades que lo enriquecen: 1- La fuerte dimensión contemplativa. 2- La vida en obsequio de Jesucristo. 3- La dimensión mariana. 4- La misión al servicio de la Iglesia.

- El carisma del Carmelo descalzo. Santa Teresa era carmelita y asumió los valores esenciales de la Orden, enriqueciéndolos con otros que en su momento eran nuevos, provenientes de su particular experiencia de Dios y de las intuiciones que él le inspiró. Podemos subrayar seis valores esenciales: 1- La dimensión afectiva de la oración. 2- La vivencia de una sencilla fraternidad. 3- El cultivo de las virtudes humanas y sociales. 4- El interés por la formación humana y teológica. 5- La «esencialidad» de vida. 6- La pasión por la Iglesia.

La familia carmelitana. La gran familia del Carmelo está formada por frailes, monjas contemplativas, religiosas de vida activa, miembros de institutos seculares y grupos con otras formas de consagración, miembros del Carmelo seglar y laicos asociados a la Orden por distintos vínculos (cofradías, ONGs, etc.)... En el siglo XIII, la familia carmelitana se reducía a los frailes (por eso fueron llamados la «Orden primera»). En el siglo XV se incorporaron las monjas carmelitas (a las que se denominó «segunda Orden») y los laicos (la «Orden tercera»). Estamos hablando de tres ramas de la misma familia, de tres maneras de vivir el único carisma carmelitano. En el siglo XIX se incorporaron los institutos apostólicos afiliados a la Orden, que son tan carmelitas como los demás, pero cada uno vive su pertenencia a la familia de una manera peculiar. 

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