El 8 de septiembre se celebra la fiesta de la natividad de la Virgen María. Les propongo los textos de la oración de laudes (la oración de la mañana).
Invitatorio
Himno
Desde el albor de nuestra historia,
suave, discreta y escondida,
llega María a nuestra tierra,
Virgen y Madre prometida.
La luz del Hijo la rodea,
por él es bella sin medida,
y no hay bondad entre los hombres
que pueda serle parecida.
Suba al Señor cual blanca nube
esta alabanza proferida:
a Dios bendito bendecimos
por la que fue la Bendecida. Amén.
Salmodia
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1. Hoy es el nacimiento de la gloriosa Virgen María, del linaje de Abrahán, nacida de la tribu de Judá, y de la estirpe de David.
Antífona 2. Gloriosa es la estirpe de María, santa su raíz, bendito el fruto de su vientre; su nacimiento ilumina al mundo entero.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor;
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor;
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor;
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor;
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor;
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor;
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor;
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor;
Fieras y ganados, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor;
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor;
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 2. Gloriosa es la estirpe de María, santa su raíz, bendito el fruto de su vientre; su nacimiento ilumina al mundo entero.
Antífona 3. Celebremos con gozo el nacimiento de santa María y pidámosle que interceda por nosotros ante Jesucristo, nuestro Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3. Celebremos con gozo el nacimiento de santa María y pidámosle que interceda por nosotros ante Jesucristo, nuestro Señor.
Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
V. Dios la eligió y la predestinó.
R. Dios la eligió y la predestinó.
V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dios la eligió y la predestinó.
Antífona. Tu nacimiento, santa Madre de Dios, ha anunciado la alegría al mundo entero, pues de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios: él ha sido quien, destruyendo la maldición, nos ha aportado la bendición y, aniquilando la muerte, nos ha otorgado la vida eterna.
Lectura (Is 11,1-3)
Responsorio
R. Dios la eligió y la predestinó.
V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dios la eligió y la predestinó.
Benedictus
Antífona. Tu nacimiento, santa Madre de Dios, ha anunciado la alegría al mundo entero, pues de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios: él ha sido quien, destruyendo la maldición, nos ha aportado la bendición y, aniquilando la muerte, nos ha otorgado la vida eterna.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona. Tu nacimiento, santa Madre de Dios, ha anunciado la alegría al mundo entero, pues de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios: él ha sido quien, destruyendo la maldición, nos ha aportado la bendición y, aniquilando la muerte, nos ha otorgado la vida eterna.
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
- Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,
- líbranos también a nosotros de toda culpa.
Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
- haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
- ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
- haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
- danos el gozo de tener parte en su gloria.
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro...
Concede a tus siervos, Señor, el don de tu gracia, para que, a quienes recibimos las primicias de la salvación por la maternidad de la Virgen María, la fiesta anual de su nacimiento nos traiga aumento de paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
- Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,
- líbranos también a nosotros de toda culpa.
Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
- haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
- ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
- haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
- danos el gozo de tener parte en su gloria.
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro...
Oración
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
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