Otro trocito de mi ponencia del jueves pasado sobre el poema "La fonte" de san Juan de la Cruz. (En días pasados he hablado de poesía y teología, poesía y música).
Colin Thompson afirma que este «ha sido considerado generalmente la mejor de las composiciones de tipo popular escritas por san Juan» y recoge los juicios positivos de Dámaso Alonso y Gerald Brenan, entre otros.
Desde Dámaso Alonso en adelante, son muchos los que han llamado la atención sobre la extraña mezcla que hace el santo entre los versos endecasílabos de las estrofas, una forma métrica italianizante, que representaba una novedad (como las liras de los poemas mayores) y el estribillo de cinco versos «aunque es de noche», que se repite al final de cada estrofa, siguiendo la estructura rítmica de un villancico, mezclando lo culto y lo popular, lo arcaico y lo nuevo.
Por testimonios de sus contemporáneos, sabemos que fue compuesto durante el cautiverio de Toledo:
«De ninguna otra etapa de escritor existen datos tan precisos. Las composiciones de la cárcel están identificadas con nombres y títulos exactos. […] La documentación histórica […] garantiza con suficiente certeza que los romances, incluido el de Super flumina, fueron compuestos en la prisión toledana […]. Otro tanto sucede con el poema de La fonte» (Eulogio Pacho).
José Vicente Rodríguez recoge el testimonio de la madre Magdalena del Espíritu Santo, igual que hace Salvador Ros, que añade que lo confirman estudios históricos y de crítica textual.
Domingo Ynduráin, después de haber dedicado varios escritos a demostrar que la poesía de san Juan de la Cruz «está absolutamente empapada en el entorno literario y cultural a que pertenece», subraya la relación de este poema en concreto con las aguas de amor en la poesía popular y con el agua de la Samaritana en el evangelio de san Juan.
En realidad, no es solo el pasaje de la Samaritana, sino todo el evangelio de san Juan el trasfondo sobre el que se escribe el poema, tal como subraya Colin Thompson, entre otros:
«Detrás de La fonte se hallan diversos pasajes del apóstol san Juan, cuyo evangelio está construido en su totalidad alrededor de la misma serie de imágenes elementales -luz, tinieblas, agua, pan- […]. Los textos en cuestión del evangelista son la visita de Nicodemo a Jesús de noche en el capítulo tercero, el encuentro de Jesús junto al pozo con la mujer de Samaría en el capítulo cuarto, los ríos de agua viva que Jesús promete que correrán en el seno del creyente (7,38), el discurso sobre el pan de vida (6,48ss) y el prólogo».
Jesús Castellano hizo notar que hay un vínculo fuerte entre las fechas de su composición (primavera de 1578) y las celebraciones litúrgicas del momento: la Santísima Trinidad y el Corpus Christi, en las que él no podía participar, por encontrarse recluido. De ahí que el poema comience con la contemplación de la Trinidad y concluya con referencias a la comunión eucarística:
«Resuenan en estos versos del santo, compuestos durante los meses de privación de la eucaristía en la cárcel de Toledo, el evangelio de Juan acerca del Pan de vida y el Adoto te devote de la liturgia eclesial. La Trinidad es fuente. La eucaristía es pan vivo. El misterio de la salvación es profundo como la Trinidad. Y se hace cercano y sacramental en la eucaristía».
Por su parte, Federico Ruiz destaca los tres elementos que guían el desarrollo entero del poema y que están presentes en cada estrofa:
1. El misterio divino ("la fonte" que mana o alguna de sus propiedades).
2. El conocimiento seguro del mismo (bien "sé" yo).
3. A través de la fe oscura (aunque es de "noche") .
Siguiendo criterios de contenido teológico propone una división de las estrofas en tres bloques, que van desde lo abstracto a lo concreto:
1ª fase: «Aquella eterna fonte» (estr. 2) evoca una contemplación de lejanía, compensada únicamente por la seguridad de la fe oscura. Se dilata esta visión en ocho estrofas (2-9).
2ª fase: «Aquesta eterna fonte» (estr. 10) nos trae la fuente al alcance de los labios con solo un leve cambio de pronombre («aquella-aquesta»). La sensación de cercanía se acentúa en el verso «en este vivo pan». En esta fuente cercana se puede beber, saciarse. De ahí que desaparezca el «bien sé», de tono abstracto.
3ª fase: «Aquesta viva fonte» (estr. 12) hace de conclusión y corona. Aumenta la cercanía y la impregnación del alma. En lugar de «está escondida», «bien sé yo», aparecen formas de realismo: es la fuente «que deseo», en este pan de vida «yo la veo».
Siguiendo criterios literarios, Salvador Ros propone una división distinta, aunque también en tres partes:
a) Estrofas 1-5: el surgimiento de la fuente, canciones en las que el poeta enuncia las propiedades de su íntima esencia.
b) Estrofas 6-8: el correr de la fuente, que se abre ya de manera torrencial, desbordante, en unos «caudalosos corrientes» de carácter personal que originan a su paso todo un estremecimiento cósmico.
c) Estrofas 9-11: la desembocadura de la fuente, que se sustancia dentro del poeta en un estado de conciencia contemplativa y que lo lleva consigo a la plenitud misma del misterio.
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