En 1204 fue nombrado patriarca de Jerusalén y legado pontificio para la Tierra Santa. Al estar la ciudad santa ocupada por los sarracenos, residió en la ciudad de San Juan de Acre, al norte de Palestina.
Organizó la vida religiosa de los ermitaños del Monte Carmelo, para los que redactó una Regla, escasa en normas disciplinarias, pero rica en citas bíblicas y en orientaciones para ayudar en la vida espiritual. La Regla presenta la vocación de los carmelitas como un vivir en obsequio de Jesucristo, con corazón sincero, dedicados a meditar día y noche en la Palabra de Dios, a no ser que estén ocupados en otras actividades legítimas.
Fue invitado a participar en el IV Concilio de Letrán, pero no pudo acudir, porque murió el 14 de septiembre de 1214 en Acre, asesinado por el maestre del Hospital del Espíritu Santo, a quien había depuesto de su cargo por su mala conducta.
Oración sobre las ofrendas. Estas ofrendas que te presentamos, Señor, en la fiesta de nuestro legislador, san Alberto, nos transformen en servidores y testigos de tu Palabra para proclamar ante el mundo las maravillas de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oración después de la comunión. Te pedimos, Señor por la fuerza de estos misterios y por la intercesión de san Alberto, la gracia de vivir siempre en tu presencia, meditando día y noche tu Palabra y velando en oración, hasta llegar al gozo eterno de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oración colecta. Oh Dios, que por medio de san Alberto diste al Carmelo una Regla de vida evangélica para alcanzar la perfección de la caridad; concédenos, por su intercesión, vivir siempre en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente hasta la muerte. Él vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6,10-18)
Hermanos: Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire. Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneos firmes, después de haber superado todas las pruebas.
Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la justicia; calzad los pies con la prontitud para el evangelio de la paz. Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno. Poneos el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Siempre en oración y súplica, velando juntos con constancia, y suplicando por todos los santos.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial (118)
- Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.
¡Cuánto amo tu ley!: todo el día la estoy meditando.
Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.
¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca!
Considero tus mandatos y odio el camino de la mentira.
Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón;
yo soy tu siervo: dame inteligencia y conoceré tus preceptos.
Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,25-28)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
― «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas. Estas ofrendas que te presentamos, Señor, en la fiesta de nuestro legislador, san Alberto, nos transformen en servidores y testigos de tu Palabra para proclamar ante el mundo las maravillas de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oración después de la comunión. Te pedimos, Señor por la fuerza de estos misterios y por la intercesión de san Alberto, la gracia de vivir siempre en tu presencia, meditando día y noche tu Palabra y velando en oración, hasta llegar al gozo eterno de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Alberto, sol refulgente,
pastor y legislador,
tus hijos hoy te celebran,
escucha su invocación.
De la paz y la concordia,
mensajero sembrador,
eres faro que nos das
en fe y costumbres fulgor.
Patrias fronteras rebosa
de tu virtud el olor;
y llena Jerusalén
tu dignidad y tu honor.
Resplandeciendo en la Iglesia
santo y prudente rector,
en santa Regla al Carmelo
guías por sendas de amor.
Haz que en nosotros aumenten
caridad, gracia, oración;
y contigo a Dios rindamos
sempiterna adoración. Amén.
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