Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 25 de abril de 2022

Peregrinación a Tierra Santa (Israel y Jordania). Reflexión y fotos


Ya les he comentado otras veces que tengo organizada una peregrinación a Tierra Santa (Israel y Jordania) del 7 al 19 junio de este año 2022. Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones a partir de otras peregrinaciones que he acompañado en años pasados.

He tenido ocasión de acompañar a muchos peregrinos a Tierra Santa en distintos viajes, cambiando cada vez el itinerario. Por supuesto que no pueden faltar Nazaret, Belén, el lago de Galilea y Jerusalén, pero algunos años hemos añadido el Sinaí y el mar Rojo, otros Jordania y el mar Muerto, otros nos hemos detenido en las presencias carmelitas, etc.

Los españoles e italianos estamos acostumbrados a los paisajes del Mediterráneo, por lo que no vemos grandes diferencias entre el Monte Carmelo y otras montañas que conocemos. Incluso los desiertos de Judea no difieren mucho de los paisajes que podemos encontrar en Murcia y Almería, por ejemplo. También estamos acostumbrados a los olivos, las higueras y las viñas, que llaman más la atención de los hermanos que provienen de América.

Pero, independientemente de dónde provengamos, todos nos sentimos en casa al llegar a Nazaret, aunque sea la primera vez que lo visitamos. Nadie pregunta ¿Qué ha sucedido aquí? En todo caso, preguntan: ¿Dónde están la casa de la Virgen y el taller de san José? Los edificios de hoy no son los de hace 2.000 años, pero los acontecimientos que sucedieron allí los conocemos bien.

Lo mismo sucede cuando llegamos a Belén. Todos sabemos que Jesús nació en una cueva y fue depositado en un pesebre, entre animales. Son muchas las navidades que hemos vivido en nuestras casas y muchos los villancicos en los que hemos cantado a estas tierras y a sus gentes, por lo que no es necesario explicar todo con detalle.

¿Y cuántos Vía Crucis hemos rezado, aunque no exactamente en la Vía Dolorosa de Jerusalén?, ¿Cuántas veces hemos cantado la alegría que brota en nuestros corazones al pisar los umbrales de la ciudad santa?

Estamos menos acostumbrados a los camellos, a los mercados de especias, a ver por nuestras calles judíos ultraortodoxos, con sus negras levitas y sus tirabuzones, aunque tampoco eso nos llama demasiado la atención, ya que los hemos visto mil veces en reportajes y libros.

¿Adónde quiero llegar? A recordar que Tierra Santa no nos es desconocida, aunque sea la primera vez que la visitamos. Más aún, es el hogar espiritual de todos los cristianos, que hemos crecido oyendo hablar de Cafarnaún, Caná de Galilea, el río Jordán y otros lugares bíblicos, aunque no sepamos situarlos bien en el mapa.

Al caminar por estas tierras, vienen a nuestra mente y a nuestros corazones numerosos relatos que hemos escuchado desde niños: las aventuras de Abrahán y los patriarcas, el camino del pueblo por el desierto bajo la guía de Moisés, la predicación de los profetas…

Especialmente, damos gracias a María por su sí en Nazaret, adoramos al Niño Jesús en Belén, acogemos con fervor nuevo las bienaventuranzas junto al lago –como recién salidas de sus labios–, subimos «a zaga de su huella» a Jerusalén, donde nos unimos a sus sufrimientos y a los dolores de su Madre, y nos gozamos en su resurrección, dispuestos a colaborar con los primeros discípulos, llevando la buena noticia de Jesús «hasta los confines de la tierra».

Para algunos, el viaje a Tierra Santa supone una conversión radical, un cambio de rumbo en su vida, un antes y un después. Pero, para la mayoría es solo un reafirmarnos en lo que ya creemos y vivimos, emocionándonos en algunos lugares que nos evocan especialmente el recuerdo de los misterios de nuestra fe, dejando aflorar sentimientos que estaban escondidos y deseos de ser mejores cristianos.

Son muchos los que afirman que este «ha sido el viaje de su vida» y que «ha excedido todas sus expectativas». Muchos me han bromeado diciendo que han sido los mejores ejercicios espirituales de su vida o que el viaje ha supuesto para ellos un máster en Biblia y vida cristiana.

Dios actúa siempre y en todo lugar, pero no hay duda de que algunos momentos y algunos sitios son especialmente oportunos para que nos abramos a su gracia y hagamos experiencia de su cercanía. Quiera Dios que sea así para los que participaremos en la peregrinación de junio. Amén.


Les pongo fotos de algunos lugares que vamos a visitar:

Petra, en Jordania.

Los desiertos jordanos por donde anduvieron los judíos durante 40 años al salir de Egipto.

El Mar Muerto.

El Monte Sión, en Jerusalén.

El Monte de los Olivos, en Jerusalén.

El lago de Tiberíades o Mar de Galilea.

El Monte de las Bienaventuranzas.

El Monte Carmelo.

Tienen toda la información del viaje aquí:

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