Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 27 de abril de 2020

Los orígenes de la Iglesia


Durante el tiempo pascual, la primera lectura de la misa se toma de los Hechos de los apóstoles, en los que san Lucas describe cómo se difundió el cristianismo desde Jerusalén hasta Roma. En su relato son protagonistas san Pedro (en la primera parte, capítulos 1-12) y san Pablo (en la segunda parte, capítulos 13-28).

Les recuerdo algunas entradas que hemos dedicado en el blog a hablar de los orígenes de la Iglesia, tal como lo cuentan los Hechos de los apóstoles:

Orígenes de la Iglesia (1): La comunidad de Jerusalén. Jesús resucitado se aparece en primer lugar a las mujeres, que se atreven a volver al sepulcro donde lo colocaron, a pesar del peligro que esto suponía. En Galilea se aparece a los discípulos galileos, que habían vuelto a su antigua tarea de pescadores, a otros se les aparece cuando van de camino a sus casas (discípulos de Emaús). Unos y otros vuelven a Jerusalén y allí tienen sus experiencias principales: El Señor mismo les congrega y les une en comunidad, les educa y les promete el don del Espíritu.

- Orígenes de la Iglesia (2): La difícil unión de los judíos y los griegos. La mayor parte de los primeros cristianos era de Palestina: hablaban arameo, su mentalidad era semita, leían el Antiguo Testamento en hebreo y se sentían muy arraigados a las tradiciones judías: Ley de Moisés, circuncisión, participación en el culto de la sinagoga y del templo, etc. Pero había también un grupo de fieles que habían venido de las comunidades judías en la diáspora (extendidas por el extranjero). Estos también eran de raza judía, pero hablaban griego, su mentalidad era helenista, leían el Antiguo Testamento en griego y no estaban tan apegados a la Ley mosaica.

Orígenes de la Iglesia (3): primeras persecuciones. El año 34, Esteban, uno de los siete diáconos, fue apedreado porque predicaba que la Ley de Moisés había sido abrogada por Jesucristo (Hch 6,8ss). Saulo de Tarso fue testigo de esa muerte y se convirtió en uno de los más fanáticos perseguidores de los “nazarenos” helenistas. Ninguno de los Doce fue molestado en esta ocasión, pero los helenistas abandonaron la ciudad (Hch 8,1). En su huida extendieron el Evangelio anunciando la Buena Noticia no solo a los judíos, sino también a los paganos. La conversión de paganos fue numerosa en Antioquía de Siria, donde empezaron a llamar “cristianos” a los seguidores de Jesús (Hch 11,19ss).

Orígenes de la Iglesia (4): El concilio de Jerusalén. En el año 49, reunidas en Jerusalén las personas más representativas de la Iglesia, acordaron enviar a los fieles de Antioquía una carta en los siguientes términos: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponeros más cargas de las necesarias. Por lo tanto, solo os mandamos que no comáis carne inmolada a los ídolos, que os abstengáis de la sangre, de carne de animales estrangulados y de la fornicación” (Hch 15,28s). A partir de entonces quedó establecido que ninguna norma judía era necesaria para ser cristiano. La solución del problema creó la conciencia clara de que el cristianismo no era una secta judía, sino una nueva realidad, con pretensiones de universalidad y con Jesucristo como único punto de referencia y única causa de salvación (descartando el origen, la herencia, las tradiciones, las leyes, etc.)

- Orígenes de la Iglesia (5): En la Iglesia hay sitio para todos. La difícil convivencia con los judíos hizo comprender a los primeros cristianos que ellos no eran grupo con características propias dentro de Israel, sino el verdadero Israel, en el que se han cumplido las promesas antiguas de Dios hechas a los padres por medio de los profetas. Queda claro que en el pueblo de Dios no puede haber diferencia por el origen: judíos y gentiles entran a formar parte de él por la fe, no por su nacimiento. En principio tampoco hay diferencia entre los sexos: Jesús llamó a hombres y mujeres para que fueran sus discípulos (Mc 15,40s; Lc 8,1-3), por lo que en el nuevo orden del Reino de Dios, que se hace realidad en el pueblo de Dios que Jesús forma, no cabe la exclusión de nadie por motivos de raza, de sexo o de condición social: “Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay entre vosotros judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, ya que todos sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abrahán herederos según la promesa” (Gál 3,26-29).

Orígenes de la Iglesia (6): San Pedro y san Pablo en Roma. Aunque no son los fundadores de la comunidad de Roma, ambos murieron allí en el año 64, durante la persecución de Nerón. Tenemos abundantes testimonios al respecto, incluidas referencias de historiadores de la época, como Tácito. 

- Los orígenes del cristianismo. Jesús era judío, miembro del pueblo de Israel, por lo que sus gestos y sus palabras solo se entienden en la tradición de sus mayores, aunque su persona y su mensaje trascienden sus orígenes y son universales. Aquellos que creen en Cristo y se insertan en su Cuerpo mediante el bautismo directamente pasan a formar parte del Pueblo de Dios, en el que están eliminadas las contraposiciones vigentes en las demás sociedades (1Cor 12,12s). Esto debe vivirse ya como anticipo y promesa de que lo que Dios realizará para toda la humanidad en el tiempo futuro, que ya ha comenzado en la Iglesia. 

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