miércoles, 2 de enero de 2019
La infancia de Jesús en el catecismo
Con la fiesta de santa María Madre de Dios (el 1 de enero) concluye la «octava de Navidad», pero no el tiempo litúrgico de Navidad, que se prolonga hasta la fiesta de Epifanía (el 6 de enero) y la fiesta del bautismo del Señor (el domingo siguiente).
Popularmente se dice que «hasta san Antón Pascuas son» (la fiesta de san Antonio Abad es el 17 de enero) y la tradición antigua era dejar los belenes o pesebres puestos hasta la fiesta de la presentación del Señor en el templo (el 2 de febrero).
En estos días meditamos en el misterio de la vida escondida de Jesús en Nazaret, durante su infancia y juventud.
El Catecismo de la Iglesia católica reflexiona así sobre este tema:
Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios (cf. Gal 4,4), vida en la comunidad.
De todo este período se nos dice que Jesús estaba “sometido” a sus padres y que “progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,51-52).
Con la sumisión a su madre y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y a María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: “No se haga mi voluntad” (Lc 22,42).
La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inaugurada ya la obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido (cf. Rom 5,19).
La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comunión con Jesús a través de los caminos más ordinarios de la vida humana. (Catecismo 531-533).
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