Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 20 de enero de 2019

Viajar para crecer


Podemos decir que la historia de la humanidad es la historia de los viajes y desplazamientos de un sitio a otro. Parece que nuestros primeros ancestros salieron de África hace unos setenta mil años. Y desde entonces no hemos parado de movernos.

Los primeros milenios de nuestra historia éramos totalmente nómadas, dedicados a la caza y a la recolección. Solo hace unos diez mil años que nos convertimos en sedentarios y nos transformamos en agricultores y pastores de animales domesticados. 

Desde entonces surgió en nosotros el deseo de evocar los viajes antiguos (reales o imaginados) por medio de narraciones que se transmitían oralmente de generación en generación. Más tarde se pusieron por escrito.

Hace casi tres mil años que un grupo de griegos se lanzó al mar y descubrió que el mundo era mucho más grande de lo que ellos pensaban hasta entonces. Constataron la existencia de otros pueblos y civilizaciones en torno al mar Mediterráneo y establecieron contactos comerciales con ellos. 

Esto les permitió crecer y desarrollar una manera de entender el mundo que es el cimiento de nuestra cultura occidental.

Poco después, Homero plasmó en la Odisea los viajes de Ulises en su regreso desde Troya a Ítaca. Esta obra supone el inicio de la literatura occidental y la primera reflexión escrita sobre la importancia de viajar para descubrir otras culturas y también para encontrarse con uno mismo. 

Los lugares y personajes míticos que aparecen en el libro son alegorías que ayudan al lector a crecer como ser humano y a reflexionar sobre el sentido de la vida. El viaje es un proceso de iniciación para alcanzar la madurez.

Como dirá más tarde Miguel de Cervantes, «el andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos». Recordemos que el significado original de discreto es “juicioso”, “prudente”, “sensato”, “ingenioso”.

Les propongo dos viajes para el año 2019 que pueden ser una gran oportunidad para crecer humana y espiritualmente, en los que se unen la historia, el arte, la gastronomía, la religión... en una palabra: la cultura en todas sus dimensiones.

Peregrinación a Roma y Tierra Santa. Del 20 de mayo al 2 de junio de 2019.

Ruta de san Pablo (Grecia y Turquía). Del 7 al 23 de junio de 2019.

Tienen la información completa sobre cada uno de los viajes en las entradas que se abrirán si hacen un click sobre los respectivos títulos.

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