lunes, 31 de diciembre de 2018
Distintas concepciones del tiempo y de la historia
San Agustín, en sus "Confesiones" se pregunta: "¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no es y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente, para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito, ¿cómo deciros que existe este, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?"
Antes y después de él son muchos los que se han interrogado sobre el significado del tiempo que pasa y sobre el sentido de la historia, aunque una materia universitaria específica sobre la "filosofía de la historia" no surgiera hasta el siglo XIX.
Podemos señalar tres maneras principales de interpretar la historia: 1- como un proceso de degeneración y corrupción, 2- como un proceso de crecimiento y mejora, y 3- como un repetirse cíclico de los acontecimientos. Después de exponerlas brevemente, hablaremos de la comprensión cristiana de la historia.
1- La historia entendida como un proceso de degeneración y corrupción
El poeta y filósofo griego Hesíodo compuso hacia el año 700 a.C. un libro titulado "Los trabajos y los días", en el que se recogen mitos, fábulas y proverbios.
Allí habla de las cinco edades del hombre, comenzando por una "edad de oro", en la que los seres humanos vivían sin egoísmo ni miseria y no necesitaban de la moral porque todos eran justos y trabajadores.
Como resultado de un deterioro progresivo, la última etapa de la historia (la actual) es la "edad de hierro", en la que las alegrías están mezcladas con las penas y los virtuosos con los malvados.
Por su parte, el poeta romano Ovidio escribió el 8 d.C. un libro titulado "Las metamorfosis", en el que narra la historia del mundo desde la creación hasta su época. También une la mitología con enseñanzas morales y recuerdos históricos.
Ovidio habla de cuatro etapas de la historia: la edad de oro, la de plata, la de bronce y la de hierro (eliminando la de los héroes de la lista de Hesíodo) y también reflexiona sobre cómo se han perdido la justicia y la paz a medida que han crecido la codicia y la impiedad.
Estas obras tuvieron gran influencia en el pensamiento occidental posterior, que muchas veces han considerado la historia como un proceso de decadencia progresiva, idealizando el pasado y rechazando el presente.
2- La historia entendida como un proceso de de crecimiento y mejora
Otros pensadores, por el contrario, consideraban que la historia es un proceso de progreso continuo, causado por el mayor y mejor conocimiento científico.
Así que rechazaron el pasado, acusándolo de tiempo oscuro, y proyectaron sus esperanzas en el futuro luminoso, que hay que construir.
Estas son las ideas que triunfaron a partir de la Ilustración francesa, en el siglo XVIII, que consideraba que la justicia y la igualdad crecerían a medida que mejorara la educación.
En el siglo XIX el marxismo y en el siglo XX los distintos movimientos comunistas asumieron y reformularon esas ideas y aseguraron que ellos eran capaces de construir esa sociedad humana utópica, igualitaria y justa, aboliendo la propiedad privada y eliminando a quienes se opusieran a sus proyectos.
3- La historia entendida como un proceso cíclico
En Egipto, Grecia, China y en otras culturas antiguas, así como en autores contemporáneos, se interpreta la historia humana como un sucederse de ascensos y caídas, que se repiten cíclicamente.
4- Sentido cristiano de la historia
No voy a profundizar en las distintas interpretaciones filosóficas de la historia. Solo quiero recordar que, para los cristianos:
- Dios está presente "en el principio", como origen de la historia.
- Dios está presente "al final", como destino de la historia.
- Dios camina con nosotros en nuestro presente.
La Biblia interpreta la historia a la luz de la fe y afirma que Dios actúa y se revela en la historia. Especialmente en la encarnación, Dios ha asumido la historia de los hombres.
Nos disponemos a terminar un año y a comenzar otro. Para hacerlo con espíritu cristiano, les recuerdo la oración con la que se bendice el cirio pascual: "Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. Suyo es el tiempo y la eternidad; a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén".
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