Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 24 de octubre de 2018

25 años de los carmelitas en África Occidental


Los carmelitas descalzos estamos celebrando los 25 años de nuestra llegada a Burkina Faso (el antiguo Alto Volta). Hace pocos días, el padre Miguel Márquez, provincial de la provincia ibérica de la que depende la delegación de Burkina, Costa de Marfil y Togo, ha estado visitando esa porción de nuestra provincia religiosa, presidiendo la profesión solemne de unos religiosos y participando en algunas ordenaciones diaconales y sacerdotales, así como en otros actos conmemorativos.

En el vídeo pueden ver la alegre y colorida acción de gracias después de una misa de tres horas y media. Les comparto algunas palabras del padre Miguel, explicando lo vivido a los religiosos que no pudimos asistir:

Tocan diana a las 6.00. Comenzamos la jornada con la oración silenciosa en este ambiente de tantos sonidos de naturaleza. No es difícil recogerse. Al terminar la oración, fuera de la capilla una costumbre muy fraterna: se saludan y abrazan todos a todos deseándose un feliz día. 

Vamos a visitar a los hermanos de la otra casa en Dedougoú y los encontramos con todos los preparativos para recibir a las familias de los que profesan y se ordenan. Visitamos la casa y el centro Edith Stein para estudiantes. 

Me explican el hermoso significado del altar de la capilla con la Subida del Monte Carmelo, las formas de regar el huerto y las Moradas. Muy original. El artista esculpió a mitad de la subida del Carmelo una fuente para descansar. Y para las Moradas reflejó seis chozas de aquí y en medio el granero como morada central, por ser la principal estancia. 

Llegamos a la parroquia, que está rebosante de fiesta y de animación. La gente nos saluda con mucho afecto. Agradezco en nombre de la Provincia y de la Delegación el cariño de la gente y la vida y el ambiente de familia que se respira, de fe, vida y esperanza. 

La celebración tiene un momento de danza en la acción de gracias. Un grupo de niñas danzan llenas de alegría delante del presbiterio. Las mujeres bailan al modo africano, sin ninguna timidez, como sacando de dentro un profundo agradecimiento. 

Me conmueve pensar en las dificultades y problemas de estas gentes y en la forma de celebrar y romper el cerco de los pesares con la canción y la danza que abre la vida a la esperanza, eso es la liturgia.

Observo desde la sacristía, en las traseras de la parroquia, el humo que viene de unas grandes ollas donde las mujeres en grupos preparan la comida para todos los invitados. Sorprende que den de comer a más de 1000 personas, y que todo esté a punto para cuando termine la celebración.

Oremos por todos los que hacen posible el trabajo de la misión, los que son más visibles y los invisibles constructores de la verdadera misión, la de sembrar sin esperar, la de animar y alentar desde lejos o de cerca, desde la contemplación, la oración, y desde el trabajo a pie de calor sofocante y caminos polvorientos, o desde la noche de la fe. Gracias a todos hermanos y hermanas por seguir siendo misioneros.

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