Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 22 de octubre de 2018

Ladrillos más fuertes que la guerra


Que la República Centroafricana, después de cinco años de guerra y muchos más de mal gobierno, sea un país que reconstruir, lo dicen todos. Sobre cómo se deba comenzar esta reconstrucción, se dividen las opiniones. 

Hay quien se obstina en continuar la guerra, destruyendo lo poco que se ha construido en casi sesenta años de independencia. Afortunadamente, hay quienes persisten en creer que el país no está condenado a la guerra y que es posible, discretamente y con determinación, construir pequeñas obras de paz y esperanza.

Una de estas obras ha surgido en el Carmelo de Bangui. Se trata de un pequeño sueño que cultivábamos desde hace años y que, gracias a algunas afortunadas coincidencias y a la ayuda de diversas personas, hemos logrado finalmente realizar. Si hay un país que reconstruir –nos hemos preguntado– ¿por qué no probar a producir ladrillos? Verdaderos ladrillos, nuevos ladrillos, ladrillos fuertes, más fuertes que la guerra.

Hemos traído la maquinaria de Sudáfrica y del Congo y un ingeniero ha enseñado a unos treinta obreros cómo producir ladrillos. En efecto, no se trata de ladrillos normales, sino de una nueva idea. 

En Centro África los ladrillos son normalmente adobes de arcilla (secados al sol o cocidos de forma artesanal), o con cemento y arena. Los ladrillos del Carmelo están compuestos de arcilla el 46%, otro 46% de arena y finalmente un pequeño 8% de cemento y un poco de agua. Los ladrillos son presionados por dos pistones, después regados durante una semana y, sin ser cocidos en ningún horno, están dispuestos para usarlos. 

Estos ladrillos son resistentes al agua y especialmente fuertes: pueden soportar una presión de cinco atmósferas y media. Son, además, autobloqueantes y, por ello, no necesitan argamasa. Y son hermosos a la vista, de modo que se puede evitar el enyesado. En resumen: una especie de Lego de arcilla roja y arena del río. 

Quizás no se creerá, pero nuestro primer cliente ha sido nada menos que el papa Francisco. Después de su visita a Centro África en 2015, se está construyendo en Bangui un centro para los desnutridos. La nunciatura apostólica nos ha comprado ladrillos para la obra.

Esta actividad tiene un doble valor simbólico para nosotros. Ante todo, es una pequeña y concreta contribución en la obra de reconstrucción del país. Esta reconstrucción pasa por la creación de lugares de formación (como nuestra escuela agrícola y nuestra fábrica de ladrillos). Además, la mayor parte de los obreros que han participado en la formación y ahora producen ladrillos son ex refugiados que hemos tenido acogidos en el Carmelo. 

Hay un segundo valor simbólico. Cuando los primeros misioneros franceses llegaron a Centro África a fines del 1800, una de las primeras actividades instaladas en las misiones era la de hornos para cocer los ladrillos, con los que construyeron iglesias, casas, escuelas, dispensarios y catedrales... Después de más de un siglo, nuestra comunidad retoma con discreción esta actividad, vinculándonos simbólicamente a esos antiguos misioneros.

Padre Federico Trinchero, o.c.d.

No hay comentarios:

Publicar un comentario