Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 6 de junio de 2018

Renovación del bautismo en el río Jordán


"Betania del otro lado del Jordán" está situada a siete km. de la desembocadura del Jordán en el mar Muerto, junto al paso natural que une Jordania y Canaán, que era el único lugar por donde se podía atravesar el río. Por allí cruzaban las caravanas que unían el extremo Oriente con Egipto, Siria, Arabia y el Mediterráneo. Allí se alojaron los patriarcas y los profetas en sus desplazamientos. Por allí entró Israel en la Tierra Santa, guiado por Josué. Por allí salió el pueblo hacia el Exilio y regresó más tarde. En ese lugar, donde se condensa toda la historia de Israel, Juan bautizó a Jesús (Jn 1,28). La Unesco lo ha declarado Patrimonio de la Humanidad, reconociendo la importancia histórica de este enclave.

En este lugar el Jordán tiene un caudal mínimo y sus aguas terrosas y amargas no se corresponden con las ensoñaciones de los turistas. Por eso, Israel ha habilitado en «Yardenit» (a la salida del lago de Genesaret) un espacio para los que quieren renovar su bautismo en las aguas del Jordán, que allí son más abundantes. «Qasr al-Yehud» es el espacio israelí que queda frente a «Betania del otro lado del Jordán», que se encuentra en territorio jordano. A diez kilómetros, en el lado palestino-israelí están Jericó y el monasterio de las tentaciones, en el lugar donde Jesús se retiró durante cuarenta días, después de su bautismo y antes de comenzar su vida pública. 

† Oración. Padre santo, que por medio del bautismo haces crecer a tu Iglesia, dándole nuevos hijos, concede a cuantos hemos renacido en la fuente bautismal vivir siempre de acuerdo con la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

† De la carta a los Gálatas (3,26-28). Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús.

† Salmo responsorial. El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

† Inicio del evangelio según san Marcos (1,1s). Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío delante de ti a mi mensajero, para que te prepare el camino. Voz que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus sendas». Juan Bautista se presentó en el desierto predicando un bautismo para la conversión y el perdón de los pecados. Y acudían a él de la región de Judea y todos los de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el río Jordán. Juan tenía un vestido de pelo de camello con un cinturón de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y decía: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo, y yo no soy digno de agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará en el Espíritu Santo». 
Jesús fue bautizado por Juan en el Jordán. En el momento en que salía del agua, vio los cielos abiertos y al Espíritu Santo como una paloma bajando sobre él, y oyó una voz del cielo: «Tú eres mi hijo amado, mi predilecto». Luego el Espíritu lo llevó al desierto. Y estuvo allí durante cuarenta días, siendo tentado por Satanás.

† Peticiones. Señor Jesús, cuando fuiste bautizado en el río Jordán se manifestó el misterio de la Santísima Trinidad, porque la voz del Padre dio testimonio de ti, llamándote «Hijo Amado» y el Espíritu, en forma de paloma, te consagró. Ten piedad de nosotros y danos tu salvación. 
– Oh Cristo, nuestro Dios y nuestro hermano, ten piedad de nosotros. 

Cristo, Dios y hombre verdadero, tú que aceptaste ser bautizado por Juan en el Jordán para nuestra salvación, perdona nuestros pecados y renueva en nosotros la gracia del bautismo.
– Oh Cristo, nuestro Dios y nuestro hermano, ten piedad de nosotros.

Cristo, tú santificaste las corrientes del Jordán, aplastaste el poder del pecado, inclinaste la cabeza ante la mano del Precursor y salvaste al género humano del error, ten piedad de nuestros seres queridos y de cuantos se encomiendan a nuestra oración.
– Oh Cristo, nuestro Dios y nuestro hermano, ten piedad de nosotros.

Cristo, que viniste hacia el río y te apresuraste, como un siervo, a recibir el bautismo a causa de nuestros pecados, ten misericordia de los cristianos perseguidos en distintas partes del mundo. 
– Oh Cristo, nuestro Dios y nuestro hermano, ten piedad de nosotros.

† Bendición del agua. Alabemos la grandeza y la generosidad de Dios, porque Jesús, que es el único puro y libre de mancha, descendió al Jordán para purificarnos, para santificar las aguas y a cada uno de nosotros. A él la gloria por los siglos. – Señor, ten piedad.

Para que sobre estas aguas descienda la operación purificadora de la Santísima Trinidad, oremos. – Señor, ten piedad.

Para que esta agua sea santificada por la fuerza del Espíritu Santo, oremos. – Señor, ten piedad.

Para que esta agua brote como manantial de vida eterna y sea purificación de alma y cuerpo para todos los que la reciban, oremos. – Señor, ten piedad.

Señor Dios, tu Hijo fue ungido por el Espíritu Santo al ser bautizado en las aguas del Jordán. Que esta agua reciba por el Espíritu Santo la gracia de tu Hijo único, para que el hombre, creado a tu imagen, sea purificado de todos los pecados y merezca resurgir como nueva creatura del agua y el Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

† Renovación del bautismo. Hermanos: En el bautismo fuimos sepultados con Cristo, para que también nosotros llevemos con él una vida nueva. Renovemos ahora las promesas del santo bautismo, por las que un día renunciamos al demonio y a sus obras y prometimos servir al Señor en la santa Iglesia católica.

¿Renuncian a Satanás, esto es: al pecado, como negación de Dios; al mal, como signo del pecado en el mundo; al error, como negación de la verdad; a la violencia, como contraria a la caridad; al egoísmo, como falta de testimonio de amor? – Sí, renuncio.

¿Renuncian a las obras opuestas al evangelio de Jesús, que son: la envidia y el odio, la pereza y la indiferencia, la cobardía y la pusilanimidad, el materialismo y la sensualidad, la injusticia y el favoritismo, el engaño y el soborno? – Sí, renuncio.

¿Renuncian a los criterios y comportamientos que llevan a creerse los mejores, verse superiores, creerse ya convertidos del todo, buscar el dinero como el máximo valor, buscar el placer como única ilusión, buscar el propio interés por encima del bien común? – Sí, renuncio.

¿Creen en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra? – Sí, creo.

¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de la Virgen María, padeció y fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? – Sí, creo.

¿Creen en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna? – Sí, creo.

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha nos ha perdonado los pecados y nos hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve unidos a Jesucristo para la vida eterna. Amén.

Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo renueve en ti la gracia del bautismo. Amén.

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