jueves, 29 de diciembre de 2016
Navidad en un campo de refugiados
Los carmelitas descalzos de Bangui (en la República Centroafricana) están contentos, porque ya solo tienen que atender a unos 3000 refugiados en su convento.
Además, para las fiestas de Navidad han conseguido 150 kilos de barras de chocolate, llegadas desde Europa, que han podido repartir entre los niños, que lo han comido por primera vez en su vida.
Dar de comer todos los días a 3000 personas en un país devastado por la guerra y casi aislado del resto del mundo no es sencillo, pero han conseguido alimentar a 10.000 personas diariamente durante los últimos cuatro años, que las cosas estaban peores, por lo que lo de ahora es "coser y cantar" (como decimos por España para indicar que algo es fácil).
En estos momentos son 21 frailes: 4 sacerdotes, 11 estudiantes de teología, 1 postulante y 5 prenovicios, aunque en los años pasados eran solo tres y a veces dos para atender al inmenso campamento de refugiados que se fue levantando en torno al convento.
El superior de la casa es el padre Federico Trinchero, un carmelita descalzo italiano que aún no ha cumplido los 40 años de edad, pero ya tiene una experiencia de vida que muchos no alcanzaremos aunque lleguemos a los 100 años.
Además, es el más viejo de la comunidad, que no para de crecer. Arriba pueden verlo con algunos de sus "hijos", que es como llaman a los niños nacidos en el comedor y en la capilla del convento a lo largo de estos años. ¿Hay algún sitio más bonito para nacer?
Hace algunos años terminó su especialización en teología espiritual en Roma y fue enviado a Centroáfrica para dar clases en el seminario de Bangui.
El problema es que poco después de llegar estalló la guerra en el país y tuvo que dejar los libros y cambiarlos por cazuelas, pañales, bisturís y un sinfín de instrumentos que no había usado hasta entonces.
Solo se refugiaban en el convento los que no podían huir: ancianos, enfermos, mujeres embarazadas y niños pequeños. Y la familia fue creciendo de algunos cientos a varios miles.
Él tuvo que organizar los dormitorios, los servicios higiénicos, los turnos de comida, la escuela, el cementerio... para responder a las necesidades que se iban presentando.
Las milicias musulmanas pasaban de vez en cuando a robar los vehículos, la gasolina, los muebles... y todo lo que pillaban. De modo que el padre Federico también tuvo que aprender a negociar con ellos y con los otros ejércitos que han ido pasando por el lugar.
Ahora las cosas están más tranquilas y hasta se han podido permitir celebrar la Navidad con chocolate...
Algunas personas se dedican a leer panfletos sobre lo mal que está el mundo y la Iglesia, sobre los malos que son estos o aquellos. Yo prefiero descubrir los testimonios de verdadera vida cristiana que hay a mi alrededor. A ver si aprendo de ellos.
En otras ocasiones he hablado del padre Federico y he recogido cartas suyas, como en estas dos entradas del año 2014:
Noticias de un misionero en Centro África.
Carmelitas de Bangui (Centro África).
Pueden leer la última carta del padre Federico, del 24 de diciembre 2016, aunque en italiano, en este enlace:
Centrafrica: So molengue ti mo! Questo è tuo figlio!
Pueden ver un reportaje de televisión sobre Centroáfrica, del 22 de diciembre 2016, en el que a partir del minuto 40 aparece el campamento del padre Federico, su rebaño de vacas (hay que alimentar a los niños), y la gente cantando y bailando en la iglesia (también está en italiano) en este enlace:
Centrafica: risalire dall'abisso.
Pueden ver fotos del padre Federico y su gente en este enlace:
Federico Trinchero. Bangui.
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