Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 4 de octubre de 2025

El justo vivirá por su fe. Domingo 27 del Tiempo Ordinario, ciclo c


El domingo 27 del Tiempo Ordinario, ciclo "c", 
la Palabra de Dios nos interpela desde la honestidad de un corazón que sufre. El profeta Habacuc, en la primera lectura, grita con un lamento que nos resulta profundamente familiar: «¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches?». Es el grito del que ve injusticias, violencia y desgracias, y no comprende el silencio de Dios. Es la pregunta que surge en nosotros cuando el mal parece triunfar y la solución se hace esperar. ¿Dónde está Dios en medio de nuestro mundo herido?

La respuesta del Señor a Habacuc, y a nosotros, no es una solución mágica e inmediata. Es una invitación a la paciencia y, sobre todo, a la fe: «El justo vivirá por la fe». No es una evasión, sino una orientación profunda. Dios no es un espectador indiferente; su promesa es clara: actuará en el momento oportuno. Mientras tanto, ¿qué hacemos nosotros? ¿Nos cruzamos de brazos en una espera pasiva?

La clave nos la da san Pablo en la segunda lectura: «Toma parte en los duros trabajos del evangelio... Vive con fe y amor cristiano». Aquí descubrimos el sentido de nuestra espera. No estamos llamados a ser espectadores, sino colaboradores. Dios, en su misterioso designio, no quiere cambiar el mundo sin nosotros, sino a través de nosotros. Nos ha dado un Espíritu que no es de cobardía, sino «de energía, amor y buen juicio». Es el mismo Espíritu que nos fortalece para que, aquí y ahora, seamos instrumentos de ese amor que transforma la realidad.

Por eso, cuando los discípulos le piden a Jesús en el evangelio: «Auméntanos la fe», su respuesta nos descentra. Jesús no les promete una fe más grande como un don mágico. Les habla de la fe como un servicio humilde y concreto: «Cuando hayáis hecho todo lo que se os mandó, decid: "Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que teníamos que hacer"».

Jesús no nos está menospreciando. Nos está mostrando el camino de la verdadera eficacia. La fe que mueve montañas no es un sentimiento espectacular, sino la confianza humilde que se expresa en el servicio fiel. No somos los salvadores del mundo; ese título solo le corresponde a Cristo. Somos "siervos inútiles", no porque nuestro trabajo no valga nada, sino porque nuestra verdadera importancia no está en nuestros logros, sino en nuestra obediencia amorosa. Sin él, no podemos hacer nada; pero unidos a él, nuestro servicio más pequeño, nuestra palabra de consuelo, nuestro gesto de perdón, nuestros esfuerzos por la justicia, adquieren un valor eterno.

Dios nos pide que, con la fuerza de su Espíritu, preparemos el camino para esos cielos nuevos y esa tierra nueva donde habite la justicia. Nos pide que, con paciencia y valentía, seamos constructores de su reino en la familia, en el trabajo, en la sociedad. No nos pide resultados espectaculares, sino fidelidad en lo pequeño. No nos pide que cambiemos el mundo solos, sino que cooperemos con su gracia, confiando en que él actuará en su momento.

Que en la eucaristía dominical, al recibir a Cristo, Pan de vida, él fortalezca nuestra fe. Que nos conceda la valentía de no desfallecer ante el mal, la humildad de servir sin buscar gloria, y la confianza serena de saber que, aunque nuestro trabajo parezca pequeño, colaboramos en la gran obra de la salvación. Porque donde está el Señor, allí está también su servidor. Y donde hay un servidor fiel, allí el reino de Dios ya está en medio de nosotros. Amén.

1 comentario:

  1. "Amèn". No concibo otra reacciòn en palabras...
    Pero sí hay mucho qué hacer y què no hacer; en silencio, sin quejas ni lamentos.
    No es fácil, pero es indicio de ir por camino correcto. Dicho por la palabra de Jesús, el Maestro y Salvador; cuando hace referencia las renuncias, a la puerta estrecha, y a su seguimiento, cada quien cargando su cruz.
    Me parece que, en la medida que hagamos lo que Él nos dice, se irá realizando lo que nos ofrece, cuando se refiere su carga " liviana". Recibiremos la Gracia de la fortaleza entonces, y no antes.
    Jesús, en ti confío.

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